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El largo camino del Museo Antón

El espacio museístico, que cumple 30 años de trabajo constante, da por logrado su objetivo de convertirse en una referencia

A la izquierda, Dolores Villarroel con el primer catálogo del museo. A la derecha, arriba, el muro que rodeaba antes el inmueble y, debajo, una de las estancias antes de la rehabilitación. I. G.

El Museo Antón es un museo desde hace treinta años. Una resolución de la Consejería de Interior del Principado de Asturias de septiembre de 1987 permitió entregar definitivamente la profunda reforma del antiguo edificio de la familia Estrada-Nora y dio alas para habilitar un centro museístico. Desde 1983, año en el que el inmueble pasó a manos municipales, la intención era destinar este espacio para usos múltiples y albergar en él el archivo histórico, parte de la colección de obras de Antón y dedicarlo también a un centro etnográfico. Lo explica la actual directora del museo, Dolores Villameriel. Dos años más tarde de aquella resolución del Gobierno autonómico, el centro museístico abrió sus puertas para albergar las piezas que la familia del escultor candasín había guardado como oro en paño durante más de cuatro décadas.

Por aquel entonces, Villameriel estudiaba la vida y obra de Antón. Comenzó a catalogar su obra y se convirtió en una especialista, cuestión que le llevó años más tarde, en 2002, a llevar las riendas del centro museístico candasín situado en el entorno del Consistorio y en plena plaza del Cueto de Candás.

La casa que alberga el centro fue propiedad de Valdés-Pumarino. Hacía las veces de una típica casa rural, que posteriormente, una vez fue adquirida por la familia Estrada-Nora, cambió de sentido y pasó a ser una vivienda con tintes palaciegos. Un pequeño muro protegía los exteriores del entorno de la vivienda.

"Cuando se desarrollaron las obras, se volvió a los orígenes y el tejado pasó a ser de dos aguas en vez de cuatro", destaca la directora del Museo, la tercera desde que el Antón abrió sus puertas. El Ayuntamiento decidió en su momento que el muro debía eliminarse y ampliar la oferta escultórica al exterior, y así, se comenzó a desarrollar el denominado parque escultórico, que abarca hasta la zona de San Antonio. Ese parque cuenta con obras de artistas becados por el centro candasín, el primero y único museo del concejo.

Guillermo Basagoiti fue el primer director del centro. Coordinó todo el trabajo y las reformas. "Antes todas las ventanas tenían contraventanas", expresa Villameriel mientras admira un viejo álbum de fotos hechas por el avilesino José Ferrero en las que se muestran las salas vacías, aún sin piezas de Antón. "Poco a poco se comenzó a tamizar mejor la luz de los espacios y se dieron pasos importantes como, por ejemplo, habilitar el parque escultórico en los noventa, que perfilaba un espacio libre y abierto", añade la directora. El parque escultórico cuenta con 24 piezas de arte contemporáneo.

En los primeros años, las visitas no eran tan habituales. "La oferta museística, en general, no era muy abundante hasta bien entrados los noventa, cuando existe un 'boom' de los museos y los centros de interpretación", relata Villameriel, que se detiene por un momento a analizar una máxima del historiador Javier Tusell: "Los museos pasaron de ser el templo de las musas al templo de las masas". Y como tal, todos los museos evolucionaron. "Antes, la función era mostrar y almacenar, tenía una función estática; ahora no, es más dinámica", relata la directora, que ha visto con sus propios ojos el cambio sufrido por el Antón. "Desde el principio fue centro especializado y bien recibido por los usuarios", destaca. "Hay que acercar las obras a la gente, es un centro que ha de abrirse a la sociedad y quizá, por el funcionamiento típico de los museos, se había olvidado ese matiz", añade.

El Museo Antón tiene ese encanto de pueblo, de un lugar pequeño que dista de esos grandes edificios cargados de obras de arte. Es familiar por varios motivos. El primero, por la importancia de la labor de conservación de la familia del escultor que da nombre al centro, pero también por el trato que el espacio ha mantenido desde sus orígenes.

Dolores Villameriel busca una foto de las primeras imágenes tomadas en el museo, la encuentra y, al tiempo, muestra su primer catálogo. Se trataba, como es lógico, de una exposición con las obras de Antón. Ese catálogo es de julio de 1989, el mes en el que abrió sus puertas el centro. "Es un catálogo en blanco y negro con dieciocho piezas con obras como 'Oscarín', 'La Guaxa', 'Fin de romería', 'Antroxu', 'Rapacina', 'Lola'...", enumera la directora, que destaca además que el museo, desde que es tal, siempre mantuvo una estructura similar: "La planta baja es para las exposiciones temporales, la primera para la obra de Antón y la segunda para los servicios, oficinas, biblioteca y también para los talleres para niños. La idea sería que los talleres se desarrollaran en otro sitio, es una tarea pendiente".

Precisamente los talleres para escolares han permitido que los alumnos del concejo se acerquen no solo a la figura de Antón y a su obra, sino a analizar y comprender obras escultóricas. El centro también ofrece charlas para adultos como "Enter-arte", que finalizó el pasado viernes con la presencia del profesor de cerámica Toni Soriano, que habló de arte contemporáneo. "Y próximamente tendremos otro ciclo de conferencias que se dividirá en dos bloques, de marzo a mayo y de octubre a diciembre, para seguir abriendo el mundo del arte a Candás", remata Dolores Villameriel, que repasa la historia de un edificio que hace treinta años, el Gobierno del Principado y el Ayuntamiento decidieron destinar a museo y no a centro de sus múltiples.

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