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Cuando Manuel Cabeza fue olímpico

El carpintero y empresario del mueble noreñense quedó campeón de España y segundo del mundo en el concurso de Formación Profesional de 1964

Cuando Manuel Cabeza fue olímpico

El noreñense Manuel Cabeza siempre ha llevado la carpintería en la sangre. Hijo, nieto y bisnieto de carpinteros, era un chiquillo le dio un disgusto a su madre cuando le dijo que quería ser maestro industrial de la madera.

Pero también llevaba en la sangre la competición, y con 19 años se presentó al concurso sectorial de Formación Profesional en su disciplina. Fue en Vigo y quedó segundo. Recuerda que se sintió decepcionado. "Yo creía que merecía ganar, quedé mal a gusto", asegura. Pero aquel malestar funcionaría como acicate poco después. "Yo llevaba los concursos en el alma, y me preparé y trabajé para ganar", dice.

Así fue. Tan solo dos años después le llovieron los éxitos. Primero ganó el concurso regional, después el sectorial en Palencia y más tarde el mayor galardón nacional. Aún tiene en su poder el diploma que lo acredita como ganador del XVII Concurso nacional de Formación Profesional industrial y artesana de 1964.

Pero su palmarés no concluye ahí. Ese mismo año logró la medalla de plata en el Concurso internacional de Formación Profesional, lo que todos llamaban la olimpiada, que se celebró en Lisboa. Todo un mérito teniendo en cuenta que hasta entonces ningún español había conseguido siquiera asomarse al podio. Su equipo consiguió, además, otro oro, un bronce y una mención de honor. Y todos estos logros, según Manuel Cabeza, tenían una recompensa aparte del reconocimiento. "Yo siempre fui un enamorado de los concursos, y siempre dije que aprendías más en un concurso que en medio año de cursos. En el curso tienes al maestro al lado, que siempre acaba diciéndote lo que tienes que hacer; en un concurso tienes que resolver las cosas por tí mismo, y eso te hace aprender".

Manuel Cabeza fue maestro industrial y ejerció la docencia hasta los 32 años. Entonces, montó la fábrica de muebles que lleva su apellido y que estuvo activa hasta la crisis. Cerró en 2010.

Él sigue vinculado a la carpintería, sigue reparando muebles y restaurando objetos, porque sigue "enamorado de la madera".

Con respecto a la crisis, manifiesta que fue "muy dura", y asegura que ya había visto venir que el sector caería "cuando los padres dejaron de comprar habitaciones de madera maciza para las hijas que se casaban; antes era raro el mes que no te encargaban una habitación de esas, y de repente dejaron de hacerlo".

Los cambios en el sector, y la llegada del aglomerado ("me hace gracia que lo llamen 'madera prensada' para que suene mejor") apartó una forma de hacer las cosas basada en la calidad y la durabilidad. "Ahora la gente compra muebles para cambiarlos al poco tiempo; recuerdo una mujer que me encargó unos muebles y cuando se los llevé tenía allí otros que me había comprado hacía 30 años y estaban como nuevos".

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