Que las niñas ya no quieren ser princesas no es sólo un verso de una famosa canción de Sabina -precisamente, muy cuestionado recientemente por "la presencia del machismo en la letras de sus canciones"-, sino una realidad. Al menos lo es en el colegio San José de Calasanz de Posada, que hasta mañana celebra diferentes actividades para promover la igualdad de género, con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer. Ayer, los alumnos 5 años de educación infantil aprendieron, a través de cuentos y canciones, "que los niños pueden elegir a qué quieren jugar".

"¿Se puede poner un chico un zapato de tacón?", pregunta Jenifer Allonca, pedagoga de Mujeres Jóvenes de Asturias a los niños de cinco años. "Noooo", contestan a coro los pequeños. "¿Por qué? Pues que sepáis que antes los zapatos de tacón eran para hombres ricos, no para las mujeres", les explica la que ayer fue su monitora.

Y es que la intención de Allonca ayer no fue otra que desmontar los numerosos clichés asociados al género y que están arraigados en la sociedad. Para ello, utilizó como vehículo el cuento de "El Príncipe Ceniciento", una adaptación de "La Cenicienta", en la que el protagonista es un joven príncipe que, como la protagonista de la popular historieta, tiene que hacer las tareas domésticas de casa, recibe la ayuda de una hada madrina y también logra enamorar a una princesa.

"La mayoría de los cuentos describe a los príncipes altos y muy guapos. Y a las princesas como chicas que necesitan de un hombre a su lado para que les salve. Pero no tiene que ser así", enuncia Allonca. "Nooo", vuelven a gritar los pequeños, que ponen a "Mulan" o a "Frozen" -personajes de dibujos animados- como ejemplos representativos de esta contratendencia que trata de desvincularse "de la tan propagada imagen de superioridad del hombre emitida por los medios de comunicación".

"Lo que pretendo es hacerles ver que pueden elegir qué hacer con su cuerpo o vestimenta. O que pueden elegir a qué deportes jugar. Que el fútbol no es sólo para niños ni la goma para las chicas. Es algo importante, porque está muy arraigado en la sociedad, y la edad a la que debe afrontarse es en la primera infancia", explica Allonca, mientras los pequeños colorean con entusiasmo dibujos de princesas-heroínas de Disney, factoría a veces cuestionada y que se ha puesto las pilas en igualada. "Tienen que aprender que esto se trata de que no todos somos iguales, ni tampoco tenemos que pretenderlo serio", prosigue cuando una alumna le interrumpe: "Por fuera no, pero por dentro sí somos iguales". Parece que van aprendiendo la lección.