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La Acebera se queda vacía dos siglos después: la última familia se va del parque

Joaquín Álvarez y su mujer deben desalojar en agosto la casona de aldea tras morir su hermano, una condición fijada en tiempos de Corrales

La última casa habitada de La Acebera. LUCAS BLANCO

La finca municipal de La Acebera (Lugones, Siero) se quedará en agosto sin vecinos después de dos siglos. La casa de aldea situada a la entrada del parque por Santa Bárbara debe ser abandonada por sus inquilinos en agosto al expirar el convenio firmado con el Ayuntamiento de Siero durante el mandato de Juan José Corrales, por el cual el Consistorio se comprometía a ceder la vivienda hasta el fallecimiento de un discapacitado que allí residía. Esto ocurrió el pasado 22 de diciembre, cuando se inició un plazo de ocho meses para que los dos habitantes que quedan, un matrimonio mayor (el fallecido era hermano del hombre) buscasen otro lugar de residencia. Sus planes son trasladarse a un piso que tienen en el casco urbano de Lugones.

El origen de la vivienda se remonta a unos 200 años atrás, según los propios inquilinos. Durante la etapa en la que estuvo abierta la fábrica de explosivos de Santa Bárbara, propiedad de la familia Tartiere, formó parte del complejo industrial. Fue entonces cuando la familia se instaló en la misma y desde entonces no la han abandonado. "Mis abuelos ya vivían aquí", señala Joaquín Álvarez, el último inquilino de la vivienda junto a su esposa.

Una vez que La Acebera fue vendida al Ayuntamiento de Siero en los años 80 bajo el mandato de Manuel Villa, la casa pasó también a ser propiedad municipal, aunque los vecinos siguieron allí. Tras algún conflicto, la historia se zanjó cuando, en el mandato de Corrales, las partes acordaron un convenio de cesión por el que la familia podría disfrutar de la residencia hasta el fallecimiento de su inquilino discapacitado, ahora fallecido.

El matrimonio se resigna ahora a acatar el acuerdo, aunque pide al Consistorio que tengan un poco de flexibilidad y puedan alargar algo más la estancia. "Plantearemos que nos dejen quedarnos hasta noviembre para completar la cosecha de la patata y alguna cosa más que tenemos pendiente", indica un Joaquín Álvarez que durante décadas ha explotado los terrenos de unos 5.000 metros cuadrados.

Aunque reconoce que las cláusulas están claras, también reprocha que algunos de los compromisos adquiridos por el Consistorio no fueron cumplidos tan a rajatabla como ahora se lleva el proceso de desalojo. "Había el compromiso de establecer un cierre perimetral de los 5.000 metros de la cesión", explica Álvarez. "En 2014 sufrimos un atraco en el que nos llevaron dinero y joyas que quizás si esto estuviera cerrado no hubiésemos padecido".

A la vez, señala que su compromiso por mantener el complejo fue total hasta los últimos meses del contrato. "En noviembre rehabilité el hórreo para que no se desplomase, porque tiene unos 70 años de antigüedad", explica.

No obstante, Joaquín Álvarez reconoce que su marcha no será traumática, pues sostiene que su estancia en la vivienda se debía principalmente a los cuidados de su hermano fallecido. "Aquí estaba tranquilo y entretenido, era un muy buen sitio para él", cuenta sobre el estilo de vida rural que llevaron en una casa típica de aldea en la que el hórreo, cargado de mazorcas de maíz y las varas de hierba, llaman la atención de muchos visitantes. "Hay muchísima gente que viene a hacerle fotos y se interesa por los trabajos de labranza tan cerca de Lugones".

La recuperación de todos los derechos sobre este complejo por parte del Ayuntamiento de Siero permitirá al mismo desarrollar nuevos proyectos orientados al mantenimiento y conservación del entorno de La Acebera. Entre las propuestas que se manejan están la de crear una especie de centro de recepción de visitantes o unas instalaciones que sirvan de apoyo para los huertos sociales que hace unos años fueron proyectados en la zona, pero no llegaron a acometerse por la crisis y la situación excepcional en la que se encontraba la vivienda.

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