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Así es mi oficio

Viajes que valen una vocación

Pedro Morchón descubrió que quería ser "coach" tras coincidir con dos ejecutivos y un consultor en tres vuelos continentales

Pedro Morchón en una de sus intervenciones como consultor. M. N. MORO

El poleso Pedro Morchón hizo estudios de doctorado durante un período de más de dos años en la capital galesa, Cardiff, después de licenciarse en Químicas en Oviedo. Allí trabajó en un equipo multidisciplinar en el que había biólogos, biotecnólogos y médicos. Dentro de la línea de investigación, alguna vez acompañaba a los médicos a visitar enfermos de cáncer con el objeto de tener una visión más global de lo que hacían. En aquel entonces percibió "una falta total de habilidades de inteligencia emocional con el enfermo".

Después de aquello, Morchón cambiaría de rumbo y su vida iría por otros derroteros, pero su consideración sobre el trato a los pacientes le había quedado dentro. Todo salió a la superficie hace cuatro años, una vez convertido en "coach" y consultor.

Jesús Frieyro, del centro estomatológico González Tuñón, de Oviedo, lo llamó para impartir un curso de formación de un día en el Colegio de Odontólogos de Oviedo. "Preparando ese curso, me vino a la cabeza todo aquel asunto de Cardiff", dice. El curso gustó, y se sintió tan bien trabajando en ese campo que terminó por crear una empresa que se dedica a asesorar a clínicas dentales.

Defiende "un modelo ético cuya finalidad es la satisfacción del paciente y que tiene como consecuencia el aumento de la facturación de los odontólogos". Y asegura que su propuesta va "bastante en contra de lo que ahora mismo se vende en la odontología, que el marketing engañoso es la salida, la vía para mejorar los ingresos; yo creo que no, creo que hay que hacer lo viejo nuevo y que esa relación doctor-paciente ha de ser lo más humana posible; que siempre te atienda el mismo odontólogo, y que haya una evaluación de los momentos de interacción de todo el personal de la clínica con el paciente para generar un protocolo de actuación que sea excepcional", explica.

Este es lugar en el que está ahora, pero para llegar hasta aquí tuvieron que pasar algunas cosas. El punto de inflexión lo marcaron tres viajes en avión que hizo a lo largo de un mes y un café de dos horas que se tomó consigo mismo al finalizar el último. Todo ello le llevó a decidir cambiar de vida tajantemente.

Durante casi doce años, Pedro Morchon trabajó en varias empresas multinacionales dirigiendo equipos por toda Europa, un trabajo en el que no le iba nada mal pero con el que no estaba del todo satisfecho.

Entonces, en abril de 2009, se sucedieron los mencionados viajes de avión que le hicieron cambiar de rumbo.

En el primero, un vuelo entre Cracovia y Londres, habló con un ejecutivo que estaba escribiendo lo que se llama un Management Action Plan (MAP), un plan de vida personal que dicta dónde vas a ir, donde vas a estar en diez años y qué vas a necesitar hacer para conseguirlo.

El segundo viaje, entre Londres y Madrid, fue el que le abrió la puerta al mundo del "coaching". En el avión conoció a un italiano que se dedicaba a esta profesión y que le explicó -de forma muy convincente, a juzgar por lo que vendría después- las claves de su trabajo.

Y la puntilla la puso el tercer viaje. Esta vez, un vuelo entre Madrid y Cracovia en el que se encontró con un ejecutivo "con los dedos amarillos, con cara de amargado, mirando el ordenador y bebiendo su segundo copazo de whisky". En este caso, el ejecutivo representaba aquella persona a la que no se quería parecer.

Al final de este vuelo, llegó a Cracovia y su cliente le mandó un mensaje diciéndole que se retrasaba dos horas. Ese fue el momento del café consigo mismo, el momento en el que, tras darle muchas vueltas y plantearse dónde estaba, decidió dar el vuelco a su vida.

Comenzó a formarse en "coaching", programación neurolingüística y otras disciplinas adecuadas a su nuevo propósito, y tres años más tarde, venciendo la inseguridad y el vértigo que siempre causa empezar casi desde cero, fundaba su propia empresa. El resto es historia. Una historia fresca, que sigue en curso y que tiene pocos visos de detenerse.

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