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El roscador fue una de las piezas clave en los éxitos de la Peña Villa de Noreña

La trayectora de Alejandro Nuño en las boleras puede resumirse en en dos fases. La primera, previa al accidente. se caracteriza por su decisiva contribución a los éxitos colectivos de una peña Villa de Noreña que en apenas una década, con Nuño en sus filas, cosechó el mayor palmarés colectivo de la historia. Mientras tanto, los triunfos inviduales se hacían esperar, salvo excepciones como las victorias logradas en La Juécara y Ribadesella en 2009 y 2010.

La segunda época, ya tras el accidente, se destaca porque a esos triunfos por equipos se suman ya más éxitos individuales. Sin ir más lejos en 2015, recién vuelto a la actividad, se imponía en el Torneo de Bolos en la Calle de Colunga, además de jugar las finales del Torneo Cuerín y Villaviciosa, mientras que el año pasado obtuvo el subcampeonato en Ribadesella.

Atrás quedan aquellas primeras bolas que lanzó a finales de los noventa en la flamante bolera municipal de Noreña. Tiempos en los que fue creciendo a la sombra de Bernardo Menéndez hasta pasar una temporada en la entonces potente peña Blimea para volver a Noreña y luego iniciar sus periplos por El Berrón y El Piles.

En la peña gijonesa, Alejandro aspira a ganarlo todo. Compañeros como Ángel Ibaseta, Mundo Miguel o el joven Ricardo Gonzalo, entre otros, conforman el que es uno de los equipos a batir en la actualidad. Un bloque en el que el ave fénix de la cuatreada quiere seguir haciendo una historia cimentada sobre la desgracia.

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