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Candás fue "Tantarantán" por una hora

La Sinfónica Infantil y Juvenil del Principado de Asturias y el grupo de percusión "Odaiko" conquistan la plaza de La Baragaña con su música

Candás fue "Tantarantán" por una hora I. G.

Candás o, más concretamente, la plaza de La Baragaña se convirtió ayer por una hora, de una a dos de la tarde, en un pueblo de nombre "Tantarantán", una villa en la que reinan, sobre todo, la percusión, la sonrisa y la armonía. Esa mutación momentánea de la capital de Carreño fue posible gracias a la Banda Sinfónica Infantil y Juvenil del Principado de Asturias, dirigida por David Colado, y el grupo gallego "Odaiko". Ambas agrupaciones generaron una atmósfera que entremezcló ritmos de diversas partes del mundo con piezas clásicas como la "Marcha turca" de Mozart y parte de la ópera "Carmen" de Bizet.

Poco a poco, el público fue acercándose a la céntrica plaza candasina, donde, a medio espectáculo, apenas había espacio para más personas. El espectáculo fue el primero de los dos conciertos que la Banda Infantil y Juvenil del Principado tiene preparados para el fin de semana; el siguiente será el domingo, a las 19.00 horas, en la plaza Hermanos Helio, como colofón a la colonia musical que comenzó el lunes. "Tenemos preparados dos repertorios distintos de una hora, éste y el del domingo", detalló Colado momentos antes del último ensayo con una agrupación sinfónica de sesenta y tres instrumentistas de toda la región, con edades comprendidas entre los 7 que tiene Alicia Colado y los 21 de Juanma Alonso Echegaray. Pese a la edad, esta banda dará que hablar, nada más que hay que ver a los jóvenes demostrar su pericia con los vientos, cuerdas y percusiones, y sus expresiones de alegría al comprobar que habían llenado La Baragaña en una jornada que amenazaba lluvia. En caso de precipitaciones, estaba previsto que el concierto se desarrollase en la fábrica de Ortiz. "Menos mal", se congratuló el director de la banda.

A su lado, los miembros de "Odaiko", un grupo de percusionistas gallegos que cambiaban de atrezzo y de disfraz en cada tema, y lo mismo se vestían de andaluces que de caribeños que tocaban xilófonos, bombos y congas. Es más, llegaron a tocar la "Marcha turca" de Wolfang Amadeus Mozart con unas baquetas sobre unas botellas que pendían de una cuerda. La melodía corría de cuenta de los 63 músicos de la Sinfónica.

Entre aplausos y aplausos, y alguna que otra carcajada, la hora que duró el espectáculo se hizo corta. Es más, llegó a haber niños, los más entregados, que no dudaron en pedir "Otres tres" cuando el espectáculo llevaba tan solo cuatro piezas. Durante los últimos compases del concierto, mitad melódico mitad rítmico, los niños, inquietos, apenas dejaban espacio a los cuatro miembros de "Odaiko", que, por ejemplo, en un show en el que se golpeaban con unos tubos contra sí mismos para generar un ritmo, los pequeños estaban casi a menos de un metro. Eso sí, todo estaba permitido, ya que todos vivían una experiencia única, estaban en Candás y sin darse cuenta disfrutaron a lo grande en otro pueblo, "Tantarantán", la villa de la percusión, la sonrisa y la armonía.

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