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Luis Sanz, el aparejador que "decoró" la Pola

Estrenó la plaza municipal en 1924 y desde entonces colaboró con Sánchez del Río en un ambicioso programa de obras locales

Escuelas de Viella. M. MENÉNDEZ

De la inauguración de la Escuela de Artes y Oficios de la Pola, sede de la Sociedad Centro de Juventud Asturiana de Siero y Noreña de Buenos Aires (Argentina) se cumplieron exactamente ayer 87 años. Fue fundada con el fin de contribuir a la enseñanza en el partido judicial de Siero. El edificio, que ya no está en pie, se ubicaba próximo a la estación de autobuses. Fue una de las obras más representativas en Siero de Luis Sanz Fernández (1894, Lucena, Córdoba-1974, Madrid), el segundo técnico municipal contratado a sueldo por el Ayuntamiento de Siero, primer aparejador municipal, además de artífice de varias obras municipales emblemáticas en la Pola.

Así lo recuerda el historiador y especialista en arquitectura asturiana de los siglos XIX y XX José Manuel Rodríguez Hevia. Luis Sanz asumió el cargo cuando su antecesor fue separado de él por abandono como arquitecto de Siero porque tenía mucho trabajo y asumió demasiados trabajos externos. Fue contratado en 1924, con la nueva normativa del régimen de la Dictadura de Primo De Rivera que obligaba a aquellos municipios que tuviesen más de 10.000 habitantes (por aquel entonces, Siero tenía 28.000) a "tener adecuadamente atendida la obra municipal y contar con un técnico encargado de ello".

Además, el delegado gubernativo López Tabar estaba interesado en mejorar urbanísticamente Pola de Siero. Así que el 30 de mayo de 1924 se acordó crear una plaza de perito aparejador de obras por concurso. "Siero fue de los primeros ayuntamientos de España que tuvo esa figura", destaca Rodríguez Hevia. Su retribución anual era de 5.000 pesetas (30 euros), "bastante elevado para ese cargo", apostilla el historiador.

Nada más incorporarse asumió la dirección de varias obras municipales en Pola de siero que ya estaban proyectadas. Una de ellas fue el nuevo macelo, "modélico para la época", destaca Rodríguez Hevia. También se encargó del cubrimiento del arroyo de los Penitentes en la calle Pedro Vigil, alcantarillado y urbanización del barrio de la Soledad y ampliación y pavimentación de la plaza Cabo Noval.

Durante sus diez años como aparejador de Siero proyectó, dirigió y liquidó la mayor parte de la obra municipal. José Manuel Rodríguez Hevia enumera: caminos, puentes como los de Traspando, Mosquitera o Rosellón, alineación de calles y la construcción de lavaderos y abrevaderos. En esta lista se incluyen también fuentes, ensanches de calles, alcantarillado, reparación de escuelas, la casa consistorial y el parque municipal de Alfonso X El Sabio.

Asimismo colaboró en la dirección de varias obras municipales proyectadas por el ingeniero Ildefonso Sánchez del Río, entre 1928 y 1932. Fueron: la traída de aguas y el depósito de la Pola, el cubrimiento del arroyo de los Penitentes hasta el río Nora, la plaza de abastos y el trabajo de campo del proyecto de ensanche de la Pola.

El aparejador realizó un "extenso informe, muy elogiado, defendiendo el actual emplazamiento del mercado cubierto, que suscitó mucha polémica entre los vecinos y comercios de la época", apuntó el historiador. Destaca que además de la obra municipal, tuvo algún encargo de particulares, "pero de escaso interés arquitectónico", señala Hevia.

Éste añade que además del edificio de la Escuela de Artes y Ofcios uno de los trabajos más representativos de Sanz es el quiosco de la música del parque Alfonso X El Sabio de la Pola, que acaba de ser rehabilitado. Se ejecutó entre 1926 y 1929, en dos fases, para dar servicio a la banda de música local. Es de estilo Art Decó y Luis Sanz se inspiró, principalmente en la techumbre, en la obra realizada por su hermano en León. Recuerda a las cúpulas de algunos edificios de la ciudad. Además, "la cubierta tiene influencia de los edificios de los Países Escandinavos y antigua Unión Soviética".

No obstante, "por lo que más sobresale es por la proyección de multitud de grupos escolares en el concejo entre 1925 y 1934". El inspector de Primera Enseñanza Macario Iglesias elaboró en 1924 una memoria en la que alertaba de que "el estado de los edificios es deplorable y constituye un atentado contra la salud de los escolares". Proyectó las escuelas de Santiago de Arenas y La Carrera, pero tuvo que reducir el coste y realizar un modelo de escuela más económico, que es el que se extendió a otras parroquias como Granda, Viella, Aramil, Bobes, Limanes, Collado, Celles, Tiñana o Santa Marina.

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