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Estalla la revuelta de la cosechona de manzana

Los cosecheros llaman a concentrarse el domingo al mediodía frente a los ayuntamientos para pedir soluciones al exceso de producción que no pueden asimilar los llagares

Reunión, ayer, en Lugones, de llagareros y responsables municipales. MARIOLA MENÉNDEZ

Entre preocupados y disgustados, además de cabreados. Así están los cosecheros de manzana de sidra ante el temor de quedarse finalmente con la fruta en la pumarada por una cosecha tan excesiva que los llagares no son capaces de asimilar. Pero lejos de resignarse, se han puesto en pie de guerra para defender sus intereses y hacen un llamamiento para concentrarse, el domingo al mediodía, delante de los ayuntamientos asturianos. "Las organizaciones profesionales, los sindicatos agrarios y el Principado deberían tomar cartas en el asunto y dar soluciones" a un problema serio, aseguran.

Prefieren no dar nombres porque su interés y esperanza es poder acabar vendiendo su manzana a algún intermediario o llagar y temen que salir protestando públicamente les pueda perjudicar. Villaviciosa, por ser uno de los principales productores de manzana de Asturias, es uno de los concejos más afectados por este exceso de cosecha. Los valles de Rozaes y Valdediós, en los que tan bien se dan los frutales, son concretamente dos de las zonas donde se acumulan más quejas.

Aquí está uno de los cosecheros con la producción más importante. Tanta que llega a los 140.000 kilos frente a los 8.000 del año pasado y a los 105.000 del anterior. No importa que cultive variedades de manzana acogidas a la Denominación de Origen Protegida, que presumiblemente podrían tener más salida en un mercado saturado, porque en esta campaña le fallaron los dos llagares a los que vendía su fruta. Uno le argumentó que reduciría la elaboración de sidra, pero que le compraría entre 50 y 60 toneladas de manzana. El otro, sobre septiembre se comprometió a recogerle unos 30.000 kilos, pero al final no fue así. Además del gran exceso de cosecha, influye el hecho de que los llagares aún tienen sidra en las bodegas, porque no hubo buenas ventas y porque hace dos años produjeron más de lo previsto ante la avalancha de manzana llamando a su puerta.

"Hablé con todos los llagares que pude y todos me dicen que están completos", lamenta con desesperación este cosechero, que este año había invertido comprando una recolectora y renovando el tractor. "La solución de profesionalizarse no la veo viable porque no tienes opciones para colocar la fruta porque el mercado está restringido. Este año hay una gran superproducción", argumenta. Tiene que ver que muchas de las nuevas pumaradas que se plantaron hace unos años están empezando a producir. Pero no faltan las críticas a los elaboradores porque sigan comprando manzana fuera, más económica, que argumentan con el mantenimiento de compromisos a la hora de poder suministrarse de materia prima en los años pares, cuando la producción de manzana es mínima en Asturias por la vecería del árbol.

Así que, ante esta desesperación, este cosechero de Rozaes está pensando en pasar la desbrozadora y moler las casi 90 toneladas de fruta que le van a quedar sin recoger en la finca. Logró vender unas 50, menos de la mitad de su producción. A su lado, otra vecina del pueblo también se queja. Le sacan rendimiento a los pumares de su suegra. "Vendimos un camión con unos 8.000 kilos, pero nos quedan otros dos camiones por vender", asegura, con la esperanza de que le recojan la fruta, aunque asegura que le "apetece cortar los pumares que aún están jóvenes, porque con lo que cuesta sacarlos arriba, luego no vendes la manzana ¿Qué futuro nos espera?", se cuestiona. No lo ve mejor otra mujer de Rozaes que también espera que le vengan a recoger sus 4.000 kilos. "Me van dando largas, así que todavía no pañamos nada. Estamos segando, limpiando y apartando. Ése es el trabajo que tenemos", indica con resignación.

Para la mayoría, la venta de manzana es un complemento a la renta familiar. Pero se les quitan las ganas de seguir peleando por este sector porque a otro vecino, entre tener que contratar a temporeros para que se la recojan y la incertidumbre de si la va a vender, le queda una ganancia pequeña. Así que sólo ha entregado en el llagar la mitad de su cosecha y el bodeguero ya le ha avisado de que no le garantizaba más. "Si regalan pumaradas para recoger y ni así tienes a quién vendérselas...", lamenta otra vecina.

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