Langreo / Mieres,

Pablo CASTAÑO

La «xente minera» vive en las Cuencas, pero también, cada vez

más, en Oviedo, en Gijón, en Siero, en Avilés... Los valles mineros pierden al año más de 800 vecinos, la mayoría jóvenes, que se van a vivir a otros municipios

asturianos.

Las Cuencas pierden población a un ritmo de casi 2.000 vecinos al año, y las causas no son achacables en exclusiva al envejecimiento y al crecimiento vegetativo negativo. Es cierto que el número de defunciones es mucho más alto que el de nacimientos, tal como repiten con insistencia los responsables políticos locales, pero también es muy significativo el número de vecinos que deciden hacer las maletas e irse a vivir a otros municipios de la región.

Según el último estudio «Movimientos migratorios en Asturias», publicado por la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (SADEI), que recopila los datos de 2006, las Cuencas pierden al año más de 800 vecinos como resultado de los movimientos migratorios que se producen dentro de la región. Además, más de la mitad esos vecinos que se van son jóvenes menores de 35 años.

Según el estudio de SADEI, en 2006 un total de 2.025 vecinos de las Cuencas dejaron los valles del Nalón y el Caudal para irse a otras comarcas de la región, principalmente

al centro de Asturias y a municipios costeros. Como

contrapartida, un total de 1.168 personas procedentes de otras comarcas asturianas se instalaron en municipios de las Cuencas. El saldo migratorio arroja un resultado

negativo de 857 vecinos.

Además, llama la atención el perfil mayoritario de esos ciudadanos que dejan las Cuencas. El estereotipo más extendido popularmente es el del prejubilado que

decide irse a las ciudades del centro de la región o a la costa en busca de mayor calidad de vida, servicios y descanso, una vez que ya no está a atado a su centro de

trabajo. Sin embargo, las estadísticas no justifican ese cliché. De hecho, según los datos que maneja SADEI, el 52 por ciento de las personas que abandonan las Cuencas para irse a vivir a otras comarcas de la región tienen menos de 35 años, mientras que sólo el 27 por ciento tiene más de 45 años, intervalo de edad en el que se sitúa mayoritariamente la

población prejubilada. Es decir, el estereotipo de la persona que deja los valles del Nalón y el Caudal para irse a vivir a otros concejos asturianos estaría más vinculado

al joven que sale de las Cuencas por motivos laborales o que a la hora de independizarse prefiere hacer su vida fuera de los valles mineros.

Desde el punto de vista demográfico, esas perdidas de población joven son muy significativas por su incidencia en la natalidad. Cuantos más jóvenes abandonen las Cuencas menos opciones habrá de compensar con nacimientos el alto número de fallecimientos por el envejecimiento de la población. La pirámide de población será cada vez más invertida, con la forma de un embudo por el que poco a poco y de forma constante se van perdiendo habitantes.

De los diez concejos de las Cuencas nueve tienen un saldo

negativo en las migraciones interiores entre municipios asturianos, es decir, pierden población en beneficio de otros concejos. El único municipio con saldo positivo -gana tan sólo cinco habitantes- es Morcín, un concejo que

incluso atrae a habitantes de los grandes núcleos del centro por su proximidad a la ciudad de Oviedo y su oferta de vivienda dirigida a personas que trabajan en la capital

asturiana -el ejemplo más claro es el de las urbanizaciones

de Santa Eulalia.

Mieres es el concejo con peor saldo migratorio interior, pierde 344 vecinos, en favor de otros municipios de la región. También tienen pérdidas importantes de población San Martín del Rey Aurelio (187 habitantes), Aller (129 habitantes) y Lena (127 habitantes). Más modestas son las

de Langreo (con un pérdida de 50 habitantes), Laviana (12 habitantes), Riosa (12 habitantes), Caso (siete habitantes) y Sobrescobio (tan sólo pierde un habitante).

Los ciudadanos que dejan las Cuencas para instalarse en otros

concejos de Asturias se trasladan, sobre todo, al centro de la región y a zonas costeras. Oviedo es el principal destino. En el año 2006, período que analiza SADEI en su estudio de migraciones, un total de 897 personas que vivían en las

Cuencas se fueron a residir a la capital asturiana. Como segunda preferencia se sitúa Gijón, que atrajo a 669 vecinos de las Cuencas, y como tercera, Siero, que captó a un total de 129 antiguos vecinos de los valles del Nalón y el Caudal.