Langreo, Lucía CORTINA

Un centenar de hombres trabajaron durante más de una década en la colonia penitenciaria del pozo Fondón, de Sama, a cambio de nada. La dura labor en la mina, y en condiciones infrahumanas, era el castigo por defender una ideología política distinta de la que venció en la guerra civil. Hoy, casi setenta años después, alguno de aquellos mineros y sus familiares quieren desenterrar su historia y condenar el régimen de semiesclavitud en que vivieron aquellos presos políticos «para que no vuelva a repetirse». El Partido Comunista de Langreo y la Fundación Domingo Malagón, con la colaboración del Ayuntamiento, han levantado un monolito frente al pozo, en el que una placa recuerda cómo el 1 de enero de 1959 Duro Felguera pidió su cierre como penal.

Samuel Fernández es uno de los pocos de aquellos mineros que aún viven. El acto de ayer, en el que se descubrió el monolito, le hizo rememorar los seis meses que trabajó en el Fondón, adonde llegó procedente de Ribadesella, donde estaba preso. Según cuenta, «un grupo de compañeros míos se fugaron de la cárcel y, como castigo, nos enviaron a todos a trabajar aquí». A diferencia de otros, que permanecieron en la colonia durante más de una década, la estancia de Fernández fue relativamente breve, aunque su periplo penitenciario continuó en Santoña, donde «estuve otros 18 meses, junto con otros muchos camaradas», explica. Del pozo langreano recuerda que «el trabajo era durísimo y a nosotros no nos daban casi de comer, mientras que el encargado no se perdía un banquete».

Cuando José Manuel Nieto nació, su padre había logrado librarse de cuatro años de trabajos en régimen de semiesclavitud en la mina de Sama y también en la del Sotón, en San Martín del Rey Aurelio. José Nieto fue trasladado al Fondón desde Extremadura, de donde era natural. Siempre tuvo muy presente la experiencia de haber sido uno de los presos políticos del franquismo; prueba de ello es que su hijo conoce a la perfección la historia de su padre. Nieto fue uno de los muchos republicanos que, tras ser obligado a realizar trabajos en las minas asturianas, se asentó en la región, donde formó una familia. Según relata su hijo José Manuel, «él siempre me contaba que cuando estaba en la cárcel en Extremadura y pedían voluntarios para ir a trabajar a las minas asturianas, ninguno quería venir. Entonces eran los propios guardias los que escogían a los voluntarios». Su padre fue uno de ellos, y trabajó «gratis y malcomiendo en la mina», explica. Otra de las anécdotas que solía contar en casa José Nieto, y que su hijo recuerda con una sonrisa, es que «en los últimos tiempos comenzaron a levantar algo la mano, y les dejaban salir un poco para ir a tomar un vaso de vino al bar. Fue así como conoció a mi madre, y cuando él quedó en libertad le pidió que se casase con él». El preso extremeño, militante del PC, formó una familia en la Cotiella, El Entrego.

«Es una pena que no viva para ver este monolito. Ahora tendría 94 años». El recuerdo de su padre estuvo especialmente presente para José en el acto celebrado ayer en Sama, ante el pozo Fondón. Al lugar acudieron varios militantes del PC que interpretaron «La Internacional» ante el monolito, obra de Javier Meléndez, con el que el municipio de Langreo recuerda a quienes sufrieron la represión de la dictadura. A su lado, el gobierno socialista de Langreo se sumó a su reivindicación de mantener viva la historia reciente de España y no olvidar a las víctimas de hechos como los acontecidos en el interior de la mina de Sama.

Así lo delcaró la alcaldesa, Esther Díaz, que apeló a la necesidad de «tener buena memoria para que esto no suceda más». También tuvo unas palabras para quienes «sufrieron la represión por defender valores tan lógicos como la justicia, la libertad y la igualdad». La ley de Memoria Histórica cobró especial protagonismo en el acto ante el pozo Fondón. Además de la regidora langreana, también hizo referencia a ella Javier Ruiz, representante de la Fundación Domingo Malagón, que explicó durante su intervención que el franquismo «no sólo fueron fusilamientos al alba, tiros en la nuca, cadáveres en cunetas y exilios forzados. También vivieron la represión todos los presos políticos que desde el patronato de redención de penas por trabajo tuvieron que hacerlo en régimen de semiesclavitud para empresas privadas, construyendo muchísimas infraestructuras en España durante treinta años».

La minería fue otra de las tareas que desempeñaron quienes, por defender ideas de izquierdas, fueron castigados. El secretario general del PC en Langreo, José Díaz, también intervino en la inauguración del monolito, y aportó a los presentes el testimonio de su propia familia, estrechamente vinculada a la colonia del pozo Fondón. Según relató, «mi abuelo y mi tío también estuvieron aquí, en esta mina, y junto a ellos el abuelo de mi mujer, un barbero de ideas republicanas que ni siquiera luchó en la guerra civil». Díaz afirmó que lo que durante la dictadura llamaban una «colonia penitenciaria militarizada» no era otra cosa que «un campo de concentración». Al igual que quienes asistieron al acto, afirmó que el objetivo del monolito es el de que «estos hechos queden en la conciencia y memoria colectiva de este pueblo».

La concejala del PC en Langreo, Angelita Cuevas, destacó lo «enriquecedor» que fue para el concejo recibir a gente de todo el país, que terminó por asentarse en la zona. Ayer, los familiares de aquellos mineros les rindieron un homenaje depositando un clavel rojo ante el monolito.

«El trabajo en la mina era durísimo y a nosotros no nos daban casi de comer»

<Samuel Fernández >

Preso en el pozo

«En las cárceles pedían voluntarios para venir a los pozos asturianos, pero ninguno quería»

<José Manuel Nieto >

Hijo de uno de los mineros