La reciente desaparición de Juan Tesoro Oliver del mundo de los vivos supone, una vez más, ese aldabonazo de alerta que ya observamos como un oscuro presagio cuando muere una persona cercana o querida. Sentimos en la dolorosa mutilación que supone la muerte de un amigo la responsabilidad con que nos carga la vida a quienes heredamos el legado de su memoria.

Pero para contar algo que empieza a ser historia, creo que hay que huir de los ditirambos y los lamentos, y aplicarse a una tarea más ingrata, pero también más rigurosa: la de fechar y poner las cosas en su sitio. El 18 de julio de 1936, una fecha para no olvidar en la historia de España, nació Juan Tesoro, en Almería, en el seno de una familia socialista y republicana. Su padre, Manuel Tesoro Linares, represaliado tras la Guerra Civil, fue un dirigente histórico del PSOE con protagonismo indiscutible en la clandestinidad y en la transición democrática fue secretario general provincial y local de Almería hasta su retirada de la política activa en 1979.

Juan Tesoro cursó estudios de ingeniero industrial en la ETS de Ingenieros Industriales en Madrid. Posteriormente, durante 19 años, desarrolló su vida profesional en Endesa (Empresa Nacional de Electricidad), perteneciente en aquel entonces al Instituto Nacional de Industria (INI).

Fue miembro de la comisión de energía del PSOE desde 1977, coordinando en dicha área el programa electoral del partido para las elecciones de 1982. Participó activamente en la elaboración de las propuestas que luego fueron editadas en dos libros cuya lectura resulta muy interesante en la actualidad. «La crisis nuclear, una alternativa socialista para España», con prólogo de Alfonso Guerra, publicación de la Federación de Energía UGT-ICEF, el segundo libro, «Alternativa energética, una solución socialista para España», con prologo de Enrique Barón, bajo la iniciativa de las Federaciones de Energía y Minería de la UGT, ambos editados por H. Blume Ediciones en el antedicho año. También fue durante tres años coordinador de la Comisión de Energía de la UGT, donde colaboró con Matilde Fernández y otros destacados dirigentes sindicales.

Ese mismo año 1981 le nombran por el Ministerio de Industria asesor para la elaboración del plan energético nacional. En estas reuniones Juan Tesoro participa activamente como experto de la comisión de los «seis sabios», con Feliciano Fuster y otros conocidos profesionales, a los que encargan la revisión y puesta en marcha de un plan energético nacional para el período 1984-87, en un marco de convulsiones del sector a nivel internacional y de las empresas en el ámbito nacional.

Con la victoria electoral del PSOE en 1982, cuando parecía que podría desempeñar responsabilidades importantes en las áreas políticas relacionadas con la energía, fue nombrado presidente de Hunosa, sustituyendo en ese cargo a José Manuel F. Felgueroso, que meses antes había pasado a otras responsabilidades dentro del INI.

Estuvo de presidente de Hunosa desde 1983 hasta 1988. Luego fue nombrado presidente de Potasas de Suria y de Altos Hornos del Mediterráneo, ejerciendo labores directivas en estas empresas del Grupo del Instituto Nacional de Industria hasta su jubilación.

A pesar de su currículum, su notable pedigrí profesional y político, no se lo pusieron fácil en sus nuevas responsabilidades relativas al carbón asturiano. Un ingeniero industrial, proveniente de Endesa, con mentalidad analítica y profundo conocedor de los entresijos económicos y políticos del sector energético, no daba a entender para algunos que pudiese lidiar con la realidad del mundo del carbón, tan complejo e influyente en la vida económica y política de Asturias.

Técnico formado en la solvente gestión de una empresa como Endesa, con experiencia en Ponferrada y As Pontes de García Rodríguez, persona exigente en el diagnóstico certero y preocupación por la organización, estudios, cifras concretas de costes reales, producciones, mecanización, seguridad en el trabajo y la relación e interlocución con los sindicatos mineros, llevó a cabo su gestión de contratos-programa y planes trienales, a veces en conflictiva negociación, cuando el Gobierno planteaba ya reducciones de capacidad y disminución de tamaño de la empresa para afrontar el futuro a medio plazo de Hunosa. Una de sus principales apuestas era la diversificación y la incorporación al sector energético, especialmente las centrales térmicas de lecho fluido circulante, una de ellas en La Pereda, con la que se intentaba conciliar las nuevas tecnologías y procesos de combustión en materias primas de coste mínimo -las escombreras- con una incidencia menos lesiva en el paisaje y medio ambiente.

Antinuclear convencido desde sus primeras etapas como coordinador de la comisión de energía del Partido Socialista, siempre comentaba el enorme problema de este tipo de energía, al debatir con sus poderosos defensores, argumentando, entre otras cuestiones, el porqué ninguna compañía de seguros acepta cubrir los riesgos de una central nuclear mientras en cualquier otro tipo de actividad económica y productiva, incluidas otras energías, las primas se firman y cubren, ya puedan ser más o menos elevadas .

Aprendí mucho en mi profesión de economista en el trabajo y experiencia profesional en el tiempo que tuve el placer de trabajar al lado del presidente y directivo Juan Tesoro Oliver. Si quisiera hacer una semblanza personal, con la experiencia de una relación estrecha durante años, ocuparía bastantes páginas y se pondría de relieve mi respeto, mi afecto y admiración justificada por la plenitud de su vida. Recordaré permanentemente aquellas vivencias profesionales y humanas que siempre han tenido el sabor de la sabiduría, de la inteligencia y de la bondad.

Entre los papeles perdidos y encontrados al hilo de la luctuosa noticia, aparece el pregón de «Langreano de honor» que Juan Tesoro, como representante de Hunosa, dio un 8 de septiembre de mediados de los ochenta, otorgado por la sociedad El Carbayu, ello le supuso una gran satisfacción, dada la tradición minera de Langreo, que adquirió especial significado, agradecimiento y cariño tanto más por ser un reconocimiento al trabajo de las 21.000 personas que formábamos Hunosa en aquel entonces.

Juan Tesoro era una persona tranquila y extrovertida, amante de la lectura y de la charla, persona de fino humor -una manera de mirar al mundo de costado-, amante de la naturaleza, de la geología, tenía una magnífica colección de fósiles y minerales, la austeridad de vida fue impronta de Juan Tesoro, de amable acogida, preguntando por amigos y colegas, y siempre ofreciendo un café o un refresco, hablando del último libro, de la actualidad política, del artículo leído en la prensa, eran signos de la dignidad de su condición humana e intelectual. Tesoro era un ingeniero, un ilustrado, laico y hombre de izquierdas. Científicamente fue fiel en la mayor parte de su vida al método analítico, abierto para las reflexiones éticas para la gestión empresarial y social.

Hace unos cuatro años, ya retirado en su casa, escribió y editó un libro titulado «Para una lectura empírica de la física», donde compendiaba reflexiones y apuntes acerca de esa gran afición que tenía por la ciencia. Tomar en serio la vida significa aceptar firme y rigurosamente lo más serenamente posible su finitud. Hay que escribir su marcha, pues por encima del dolor está la tranquilidad que da sólo el vivir una vida plena, con un profundo sistema de valores personales y colectivos, en plena armonía y cariño con su numerosa familia, con su mujer, Pepa, y sus hijos, y con sus numerosos amigos, que tendremos de él un recuerdo imborrable.