Mieres / Langreo,

Miguel Á. GUTIÉRREZ

Buena parte de la sociedad española mira al carbón y ven una fuente de energía caduca, contaminante y que genera una sangría de millones a las arcas del Estado en concepto de ayudas a la producción. Generar electricidad con carbón autóctono resulta costoso para el Gobierno, pero le sale bastante más barato que hacerlo con las denominadas «energías limpias», que gozan de una imagen pública impoluta pero que han sido el principal desencadenante de que la tarifa eléctrica se haya disparado en los últimos tiempos. En términos comparativos, las subvenciones al carbón nacional supusieron al Gobierno en 2009 un coste aproximado de 315 millones frente a los 6.215 millones que se gastó en las primas a las energías de régimen especial (que popularmente se conocen como renovables). Es decir, el carbón le cuesta al Estado veinte veces menos que las fuentes energéticas limpias.

El carbón, que también aspira a reencarnarse en «energía verde» a través los proyectos de investigación sobre combustión limpia que se desarrollan en la actualidad, podría tener los días contados (al menos el nacional) si prospera la propuesta de la Unión Europea de eliminar las ayudas a la producción en 2014, lo que en la práctica supondría la desaparición de las minas en España. Sin embargo, pese a la dificultades, el peso menguante que mantiene carbón en el mix energético nacional aún es destacable. El pasado año, el carbón (nacional e importado) cubrió el 12 por ciento de la demanda de energía en España frente al 13,8 por ciento de la energía eólica o el 2,6 por ciento de la solar, unas fuentes que están mucho más subvencionadas.

Las ayudas dirigidas a cubrir las pérdidas de las compañías mineras (la diferencia entre los costes de explotación del carbón y el precio obtenido por la venta del mineral a las centrales térmicas) cuestan al Estado unos 315 millones de euros. Un total de 75 millones de euros son para Hunosa y los otros 240 restantes se distribuyen entre 16 empresas privadas. Uminsa y Coto Minero Cantábrico, con explotaciones en Asturias y Castilla y León, y propiedad de Victorino Alonso, acumulan 136 millones.

Por su parte, dentro de los 6.215 millones que el Estado se gastó en primas a las energías de régimen especial en 2009, la eólica se llevó 1.608 millones en subvenciones (un 21 por ciento más que el ejercicio anterior) mientras que la solar recibió 2.688 millones, un 89 por ciento más que en 2008. De hecho, Industria prepara una regulación de las energías limpias para evitar que su crecimiento dispare la tarifa eléctrica.

En la comparativa entre las renovables y el carbón, sin embargo, no sólo hay que tener en cuenta las subvenciones. Tal y como remarcan los sindicatos, las minas, que dan trabajo en España a casi 8.000 personas (entre personal propio de las minas y contratados), generan mucho más empleo que «un parque eólico o un parque solar» y, en su producción, no están sometidas a las contingencias que puede generar el hecho de que no haga sol, sople menos viento o, en el caso de la energía hidráulica, no llueva lo suficiente para cubrir la demanda.

El desembolso específico en ayudas a la producción de carbón realizado por el Gobierno, de 315 millones, se ha visto incrementado notablemente en el último año y medio después de que el Consejo de Ministros encomendara a Hunosa la compra del excedente de mineral de las empresas privadas, como consecuencia de la caída de la demanda por parte de las térmicas. Industria, a través de la hullera estatal, ha gastado unos 230 millones en la compra de mineral, si bien el objetivo es almacenarlo para venderlo cuando la demanda eléctrica repunte y las térmicas puedan hacerse cargo de él.

El siguiente paso de ese mecanismo de control debía ser el decreto de incentivos al consumo de mineral autóctono por parte de las eléctricas, paralizado por la Unión Europea. Ese retraso ha generado impagos a los mineros, movilizaciones y encendidos debates sobre la idoniedad de las ayudas que no se escucha en el lado de las renovables, que de momento son la única alternativa limpia.