Desde el último tercio del siglo XIX, la electricidad se convertiría en la energía del progreso, configurando junto al petróleo la base sobre la que se asentaría en buena medida la Segunda Revolución Industrial. Al margen de sus implicaciones industriales, la generalización de ésta se tradujo en profundas transformaciones de la vida cotidiana, modificándose sustancialmente tanto el tiempo social como el de trabajo y alterando sustancialmente las costumbres de la gente. La Primera Guerra Mundial, por su parte, situó a la economía asturiana en unas inmejorables condiciones, puesto que aumentó la demanda de todos los sectores productivos que actuaban además sin competencia. Todas las ramas productivas se vieron favorecidas y, en especial, la producción de carbón que impulsaría todo el proceso de crecimiento. En 1919, sin embargo, ya se observaban los primeros síntomas de crisis que, iniciada la década siguiente se mostraba en toda su crudeza, aunque a la altura de 1923 ya se evidenciaban señales ciertas de recuperación.

Esta coyuntura favorable no dejaría de redundar en la modernización del Alto Nalón, comenzando a registrarse algunos de los más preclaros avances de la «civilización moderna». De este modo, por ejemplo, en 1917, Manuel Moro, vecino de Sobrescobio, y Alfredo García de la Torre, vecino de Campo de Caso, habían solicitado el aprovechamiento de 2.000 litros de agua por segundo para la producción de energía eléctrica destinada al servicio público de alumbrado y a fuerza motriz. La presa, de 1,5 metros de altura sobre el nivel de estiaje, se emplazaría en Caso, y el canal de conducción iría por la margen izquierda del río a lo largo de dos kilómetros por terrenos comunales de Caso y Sobrescobio, llevando el agua a la casa de máquinas emplazada en terrenos comunales del concejo coyán.

Existirían en este sentido, en efecto, varias iniciativas. En 1919, Fomento daba por caducada la concesión que se había otorgado ya en marzo de 1904 a la Sociedad Minera Asturiana para aprovechar 6.000 litros de agua por segundo derivadas del río Nalón en los concejos de Caso y Sobrescobio para la producción de energía eléctrica. En 1922, Cándido Blanco solicitaba derivar 2.000 litros por segundo en Comillera, en los términos de Sobrescobio y Laviana, para producir energía eléctrica. La concesión comprendía la contratación de un proyecto firmado por un ingeniero de caminos, el evitar perjudicar el tránsito por la carretera, el no aprovechar las obras para otros fines, garantizar un caudal mínimo en el río y hacer un depósito en efectivo, amén de cumplir unos plazos de ejecución.

Durante la dictadura de Primo de Rivera, Victoriano González y otros vecinos de Campiellos solicitaban al gobernador civil de la provincia el aprovechamiento de 4.000 litros de agua por segundo derivados del río Nalón en el lugar de los Aceales con destino a la producción de energía eléctrica. Las obras radicarían íntegramente en el concejo y el emplazamiento de la central sería el correspondiente a un molino harinero propiedad de los peticionarios. La estructura consistiría en una presa de vertedero de 59 metros de longitud y 2,2 de altura sobre el fondo del río. De su extremo derecho arrancaría un vertedero de 8 metros de longitud, a continuación del cual se dispondrían las compuertas de desagüe de fondo y de toma. De aquí partiría un canal de derivación de 200 metros, al final del cual se hallaría la cámara de carga y la casa de máquinas emplazada en el mencionado molino. Las aguas serían devueltas al río por un canal de desagüe de 85 metros. La obra sería autorizada en 1927, siendo dirigida por el industrial coyán Víctor Vallina y contemplándose también su aprovechamiento para usos industriales. Para este mismo año la topografía médica del municipio señalaba que todos los pueblos disponían de alumbrado eléctrico, que había sustituido, donde lo había, al antiguo alumbrado artificial a base de petróleo, aceite y bujía esteárica.

En estos mismos años, Roberto Álvarez Solís, en nombre de la Sociedad Electra Blimea, recibía autorización para instalar una red eléctrica de 29.000 voltios de tensión desde Rioseco a La Oscura. La propuesta había sido presentada al ayuntamiento en febrero de 1920 y en mayo de 1921 se le concedía la ocupación de 27.046 metros cuadrados para el canal y la obra; estando el proyecto firmado por el ingeniero de caminos Pío Linares Lamadrid, teniendo en cuenta las condiciones fijadas por la Jefatura de Montes, que no admitía vanos superiores a 35 metros ni flechas menores de 0,9 metros.

A finales de la década de los veinte, pues, parecen existir en este concejo dos centrales eléctricas, la Electra de Blimea, que aprovechaba un salto de agua de 900 caballos de fuerza y cuya producción energética se consumía en Sobrescobio, Laviana y San Martín del Rey Aurelio; y la de Campiellos, de 250 caballos y que había sido ejecutada con el esfuerzo de los vecinos y con el apoyo económico de algunos indianos.

No sería esta la única línea que atravesaría la comarca, ya en 1924 se autorizaba a la Electra de Viesgo, de Bilbao, para tender una línea de alta tensión que atravesaba por la zona. En 1930, además, la Comisión permanente de la Diputación Provincial informaba del expediente presentado por Manuel Moro Fernández solicitando la concesión de una línea eléctrica para Rioseco y otras localidades del municipio. A la altura de 1933, en todo caso, Electras Reunidas del Centro y Oriente de Asturias (ERCOA) se ocupaba de la producción y distribución de electricidad en los concejos de Sobrescobio, Laviana, San Martín del Rey Aurelio, Langreo, Siero, Nava, Sariego, Villaviciosa, Colunga, Caravia, Ribadesella, Parres, Cangas de Onís y Onís.

Los aprovechamientos de agua no se solicitaban únicamente para generar electricidad, sino que también se hacía para atender a fines más tradicionales. En 1923, por ejemplo, Serafina González Cachero solicitaba la inscripción en el registro de aprovechamientos de agua para usos eléctricos el que desde tiempo inmemorial venía disfrutando derivado del río de Soto para fuerza motriz de un molino harinero.

Adelantándonos algunas décadas en el tiempo, y en relación con lo anterior, cabe señalar que las grandes reservas acuíferas de la zona central están constituidas por los embalses que, construidos por Hidroeléctrica del Cantábrico (HC) y el Consorcio para el Abastecimiento y Saneamiento de la Zona Central (CADASA), conforman el conjunto Tanes-Rioseco construidos desde finales de los años setenta. La construcción de esta infraestructura supuso una verdadera convulsión en todo lo referente a empleo, creación de riqueza y movimientos migratorios, aunque hay que tener en cuenta también el impacto ambiental, siendo su consecuencia más evidente la destrucción de fértiles vegas, así como la desaparición de parte del paisaje cultural del territorio. Para la producción de energía eléctrica, por otra parte, se construyó una central subterránea para la que se hubo de ejecutar una cueva artificial de 56x32x35 metros.

El carácter subordinado de la montaña a los centros urbanos se manifiesta con claridad meridiana en la existencia de estas instalaciones eléctricas ligadas al abastecimiento de agua, instalaciones que por otra parte generan un nivel mínimo de empleo pese a su alto coste ecológico.