Según la última encuesta del CIS, el 40% de los españoles está hasta el gorro de las Autonomías, vamos, que les gustaría que desaparecieran de una vez. Se supone que el otro cuarenta serán los que de un modo u otro van a gusto en el machito, y el veinte restante son los que pasan de todo.

La encuesta es a nivel nacional, no extrapolando datos por Comunidades.

Si así fuera, en Asturias, que somos el culo de todo en los más variados aspectos, intuyo que la cifra se iba a duplicar.

Por estos pagos llevamos tragando carros y carretas desde el inicio en que España se convirtió en 17 mini-estados, al estar incluidos en el pelotón de los torpes, por los trapicheos de los políticos, amén de estar representados por los cantamañanas de la época, y el dejar hacer de los que detrás vinieron.

Ahora mismo las constantes concesiones a algunas en detrimento de otras, por cobardía de todos los gobiernos de la mal llamada -en este caso- democracia, lleva al desencanto a muchas de ellas, y el órdago de otras, pese a los privilegios concedidos desde el inicio.

Parece un tanto exagerado, pero con la que está cayendo, y la intransigencia de las clásicas de siempre, situaciones hay que hacen retrotraerse a la antigua Yugoslavia, que parecía imposible, pero al final paso lo que pasó.

Decía al inicio que Asturias, al comienzo del todo, ya fue incluida en el furgón de cola, así que un simple vistazo a los últimos años de comunidades vecinas nos dice que Galicia y Castilla y León se llevaron el premio gordo en todo lo que les apeteció, y más, a Blanco y ZP. Aquí ni la pedrea, y encima marcha atrás en León. De cuando en cuando se pierde por aquí algún ministr@, para seguir engañándonos, con nuevos plazos para obras que hace años deberían estar concluidas. Remedo del timo de la estampita. Al igual que todo un timo resultan las 17 autonomías, y que cada vez más los ciudadanos son conscientes que son parte importante de los males que nos aquejan.

Además se permiten el lujo de que cuando el Estado congeló la convocatoria de nuevas plazas, ellos incorporaron a otros diez mil funcionarios, se supone que para dejar incrustados a muchos de «los suyos» cuando todo reviente.

Y por aquí D. Javier sigue en plan sosu: ni pide, ni llora ni ná de ná, por lo tanto así nos va a seguir luciendo el pelo.