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La situación del sector minero

Un modelo energético disparatado

La necesidad de corregir el rumbo y diseñar una estrategia energética sostenible y eficiente para los próximos años

Instalaciones del pozo Maria Luisa.

En todos los Gobiernos que he conocido desde 1982, el secretario de Estado para la Energía, mostraba una especial docilidad al sector eléctrico y a la vez cierta antipatía hacia el sector del carbón español. En LA NUEVA ESPAÑA de este lunes 20 de enero de 2014, el actual secretario de Estado para la Energía, señor Nadal, con sus declaraciones públicas, confirma de nuevo mi apreciación cuando afirma: "No es cierto que existan reticencias de las eléctricas españolas a quemar carbón nacional". Me encanta esta proclama, pero la mujer del César, además de no serlo, ya saben a que me refiero, no tiene que parecerlo.

Joaquín Almunia sigue en sus trece y aprovecha su condición de comisario europeo de la Competencia, para poner la puntilla al carbón nacional, aunque no tenga competencias en materia energética. A este respecto, recurro a la hemeroteca.

El 28 de Septiembre de 2011 el Colegio Oficial de Ingenieros de Minas del Noroeste de España en rueda de prensa publicada también en LA NUEVA ESPAÑA planteaba lo siguiente: "Que el Gobierno español ejerza sus derechos soberanos en materia de política energética y como consecuencia no presente el plan de cierre de minas de carbón solicitado por la UE".

El ingeniero de minas Vicente Luque, que estuvo presente en dicha rueda de prensa, acompañando al decano del Colegio de Ingenieros de Minas subrayó: "La decisión del Consejo Europeo sobre el cierre de minas de carbón en 2018 obedecía a políticas de competencia y no a políticas energéticas, en las que el Gobierno español tiene total soberanía".

Vicente Luque es conocedor de la política energética de la UE, en tanto que estuvo durante años ejerciendo como alto funcionario de las decisiones CECA que regulaban las ayudas al carbón, cuando éramos CEE. Creo que este matiz resulta importante en tanto a que Joaquín Almunia es comisario europeo de la Competencia y que la decisión del Consejo Europeo sobre el cierre de la minería española en 2018, se puede cuestionar porque no tiene competencia en materia energética.

El modelo energético español ha estado sometido a vaivenes de todo tipo. Primeramente apuesta nuclear y posteriormente la moratoria nuclear para derivar en 1997 a la disposición de los CTC (Coste de Tránsito a la Competencia) que permite a las compañías eléctricas cobrar un porcentaje del 0,02% sobre la cantidad total a facturar antes de impuestos, para compensar los efectos de la moratoria nuclear, es decir, si resultara cierto que la energía nuclear envenena, primero colocan el veneno y luego nos venden el pesticida.

Otra decisión disparatada en materia energética han sido las inversiones y subvenciones desmedidas a las energías denominadas renovables como la energía fotovoltaica, para que luego se nos pierda por el sumidero. ¿Alguien puede explicar porque somos pioneros en fotovoltaica, mientras las potencias económicas miraron hacia otro lado? Estas decisiones erróneas han causado el déficit tarifario con la correspondiente repercusión en la tarifa de consumo eléctrico domestico y del propio sector industrial.

Las ayudas al carbón desde 1998 no gravan el recibo de la luz, van con cargo a los Presupuestos Generales del Estado y resultan plenamente justificadas, en razón de que se considere o no al carbón autóctono sector estratégico.

Deberían saber por tanto que la incidencia del carbón autóctono resulta igual en el precio de la tarifa eléctrica a la incidencia que puede tener el carbón importado en la subasta diaria (pool eléctrico) que fija el precio del kilovatio cada día y que no debe confundirse con la subasta recientemente anulada por la Comisión Nacional de Mercados (CNMC). Es cierto que el precio del kilovatio ofertado con la energía nuclear, hidráulica o eólica, resulta a menor precio, en la subasta diaria del "pool eléctrico", pero como necesitamos el soporte de la térmica y la de ciclo combinado para asegurar la garantía de suministro, porque no podemos depender de la climatología, al ofertar el precio del kilovatio producido con térmica o ciclo combinado, que ciertamente resulta más elevado, todos cobraran el kilovatio con arreglo al precio más elevado ofertado y ello con independencia de que se genere con nuclear, eólica o hidráulica.

Sorprendente verdad. Pues esta es la liberalización del mercado en el sector eléctrico de nuestro país, controlado por cinco compañías eléctricas que han diversificado su producción y además controlan el mercado de importación de gas natural y de importación de carbones.

Resulta imprescindible por tanto, apostar por un modelo energético estratégico y eficiente:

1. Francia optó por un modelo energético basado en energía nuclear y dispone de la energía eléctrica más barata y de mejor calidad de Europa. El problema añadido fueron las cuantiosas inversiones que tuvo que realizar y los inconvenientes que conlleva, agravados desde el accidente nuclear de Fukushima en Japón.

2. Alemania, Inglaterra, Italia e incluso los países nórdicos, tienen un modelo energético mixto, basado en nuclear, centrales térmicas y ciclo combinado, pero algunos de estos países, disponen además de petróleo autóctono. Curiosamente Italia y los países nórdicos son grandes importadores de carbón. Alemania e Inglaterra se autoabastecen con carbón autóctono. La República Checa, Polonia y demás, basan su producción de energía eléctrica exclusivamente en el carbón autóctono.

3. España solamente dispone de carbón como recurso autóctono propio. Es pionera en energías renovables, pero tiene la tarifa eléctrica más cara de Europa. Preciso aún más esta afirmación. El coste medio del kilovatio producido en el mix energético, está dentro de los parámetros aceptables de nuestro entorno europeo, pero la tarifa eléctrica que paga el ciudadano resulta muy superior como consecuencia del déficit tarifario originado por las energías renovables como la fotovoltaica.

Puede ser asumible agotar el ciclo de vida de la potencia nuclear instalada, y preservar las centrales de ciclo combinado, pero el consumo de carbón autóctono en las centrales termoeléctricas, supone disponer de la reserva estratégica necesaria, ante una eventual escalada de los precios del gas y del fuel y poder garantizar así un mínimo de independencia energética.

Se ha recurrido al medio ambiente como argumento para atacar al carbón. Pues bien, según la IEA (International Energy Agency) las previsiones de consumo de este mineral en el mundo tendrán un incremento paulatino durante los próximos treinta años.

Si hablamos de emisiones de CO, la palma se la lleva el transporte y automoción. Por cierto, la famosa directiva de la UE sobre penalizaciones en las emisiones de CO, nacida del protocolo de Kioto, se basa en lo siguiente: "el que mancha paga", pero pagando se puede manchar y luego podemos vender a terceros los derechos a manchar, según la coyuntura del momento.

No existe objetivamente razón alguna que justifique la barbaridad de cerrar nuestra minería del carbón en el año 2018. Ni razones medioambientales, ni razones económicas, ni excusas sobre la UE. Si el Gobierno español adopta esta decisión, deben saber que lo hacen porque quieren y que nadie se lo impone, porque en política energética, el gobierno español tiene total soberanía.

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