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Historias heterodoxas

Un archivo al alcance de todos

Los datos, las historias y las anécdotas que encierra el libro "Desarrollo industrial de Mieres. Segunda mitad del siglo XIX"

Un archivo al alcance de todos

Seguro que llamo su atención si les digo que hubo mierenses trabajando en la Gran Muralla China, pero más les va extrañar si añado que dormían cada noche en Ujo o Santullano.

Para solucionar el misterio debemos acudir al libro "Desarrollo Industrial de Mieres. Segunda mitad del siglo XIX", donde sus autores nos informan de que este fue el nombre que llevaba una mina de carbón registrada entre las dos localidades mierenses en 1898 por Pedro Vercier Rivoir.

Sorprende conocer cómo entre 1835 y 1900 hubo en el concejo de Mieres nada menos que 1.169 registros mineros y más aún al verlos repartidos por parroquias: 30 en Seana, 76 en Figaredo, 52 en Ujo o 128 en Gallegos, por ejemplo.

¿Cuántas de estas explotaciones seríamos capaces de localizar actualmente? ¿Qué ilusiones tuvieron que despertar en sus propietarios? ¿A cuántas familias dieron de comer y qué dramas albergaron sus galerías?

Félix Martín Vázquez y Rolando Díez González las han clasificado todas -abarcando las de hulla, hierro y cinabrio-, citando su ubicación, la fecha en que se inscribieron en la notaría y el nombre de sus titulares. Es un regalo para la imaginación intentar adivinar la razón de algunos de sus nombres. Abundan, por supuesto, los de mujeres, de santos o de lugares, pero junto a ellos hay también otros que invocan la esperanza e incluso las que recuerdan la fatalidad.

Así encontramos las denominaciones de "Descuidada", en La Fabariega; "Olvidada", en el monte de Ablaña; "Abandonada", en El Morgao; "Fea", en el Colladín de Cenera; o peor aún, "Crueldad", en Cuestavil; "Terrible" en La llosita de Figaredo y "Fúnebre", en la Vera el Camín de Turón. Y en el lado opuesto, "Hermosa" en la Carba de La Caseta; "Bella española", en el Besquín; "Abundante" en Santa Rosa... Hay para todos los gustos. Por ejemplo, en abril de 1858 un mismo propietario, E. Fettyplace, bautizó las minas "Boba" y "Sosa", respectivamente en La Pereda y Aguilar.

Esta anécdota pueden ustedes encontrarla acompañando a la interesante información que proporciona este libro editado por El Centro Cultural y Deportivo Mierense, una de las pocas instituciones que aún nos recuerdan lo que fue esta villa en otra época, cuando contaba con un tercio más de habitantes, fábrica y minas ofreciendo miles de puestos de trabajo; vigoroso comercio; hostelería pujante; locales de animación y espectáculos, que marcaban la pauta regional dentro de un calendario festivo que era capaz de atraer a miles de visitantes en cada convocatoria.

En aquella época, que los mayores aún conocen como "tiempos normales", el Centro competía con otras Asociaciones como Amigos de Mieres o la turonesa Mejoras del Valle a la hora de organizar concursos de todo tipo, excursiones, conferencias, exposiciones, conciertos?, que ahora, vistos desde la distancia, producen sana envidia, porque nos llevan al tiempo en el que uno se levantaba cada día pudiendo elegir entre varias actividades, algunas con tanta calidad que para poder verlas hoy tendríamos que desplazarnos y pasar por taquilla en la capital del reino.

A pesar de los loables intentos de algún colectivo por dinamizar otra vez la Montaña Central, todos sabemos que es casi imposible volver siquiera a aproximarnos a aquel dinamismo, y más aún en la Cuenca del Caudal, donde la respuesta del público a conferencias, actos culturales o exposiciones -con la excepción de los concursos de tonada- siempre es escasa, por emplear un adjetivo misericordioso, y desde luego menor que la se obtiene en el Nalón.

Por ello hay que estimar en lo que vale la apuesta que ha hecho en este ejercicio el Centro Cultural por presentarnos una publicación que permite tener en cada casa un verdadero archivo del periodo más desconocido de nuestra historia minera. El libro "Desarrollo Industrial de Mieres. Segunda mitad del siglo XIX" permite a cualquier estudioso, o simplemente a los curiosos, conocer sin moverse del sillón unas informaciones que hasta este momento requerían desplazamientos, horas de búsqueda y una metodología que no está al alcance de todos.

Conozco a los dos autores. Compartí en varios cursos pizarra y tarima en el Instituto de Aller con Félix Martín Vázquez y colaboramos juntos en "Cuadernos de Mieres" aquella publicación que editó en los primeros años del milenio el Centro del Profesorado y de Recursos Nalón-Caudal y que pudo haber sido un referente cultural para la Montaña Central antes de que la abortase la mezquindad y la burocracia.

Entonces seguí de cerca el proceso de otro de sus libros "Mieres? y su camino", en el que Félix andaba ocupado y por eso puedo dar fe de su rigor y de su buen hacer, que lo ha llevado a colaborar en varias obras colectivas y ya ha tenido una primera recompensa en 2010 con el Premio "Juan Uría Ríu", por su investigación "Instrumentos de Previsión Social en España. El modelo seguido en Mieres".

El alter ego de Félix Martín Vázquez en esta aventura ha sido Rolando Díez González, también amigo y al que he reconocido en otras ocasiones su generosidad con esta página. Porque uno de los beneficiosos "efectos colaterales" de este magnífico libro ha sido alimentar estas Historias Heterodoxas con algunas de las curiosidades que Rolando se topaba de vez en cuando en su búsqueda y me iba enviando para que yo les diese forma procurando el interés de ustedes.

A los dos les une la pasión por la historia de Mieres y muchas horas de trabajo en los diferentes archivos y fondos que se reparten la documentación sobre nuestro pasado industrial. De modo que, según su propia confesión, cuando un amigo común los presentó hará unos ochos años, no tardaron en darse cuenta de que caminaban en el mismo sentido. De forma que, afortunadamente para todos, decidieron aunar sus esfuerzos para centrarse en una obra que resumiese el proceso de implantación y desarrollo del sector minero que dio forma a esta villa.

En el planteamiento seguido para la feliz conclusión de "Desarrollo Industrial de Mieres. Segunda mitad del siglo XIX" se ha tenido en cuenta una característica de la que siempre se parte en esta clase de publicaciones, pero que pocas veces se consigue con éxito, ¿Cómo llevar hasta los lectores "del común" un libro nacido de fuentes tan farragosas como informes de empresa, actas notariales o registros de todo tipo?

En este caso lo han conseguido gracias a una perfecta división en apartados que permiten localizar con rapidez entre más de 650 páginas la información de las principales sociedades que entonces explotaban nuestro suelo: Hulleras de Turón S.A.; Hullera Española S.A.; Minas del Peñón; El Porvenir, La Unión Asturiana? siempre con la omnipresente Fábrica de Mieres S. A. dominando este paisaje industrial. La portada del libro, con un montaje fotográfico sobre tres colores nos resume de dónde salió la riqueza que fue forjando este valle: el ocre, que anuncia el hierro, el negro de la hulla y el rojo del cinabrio.

La obra que llegó a las librerías esta última primavera se introduce según el patrón académico, con sendos capítulos dedicados a las características del medio físico y la legislación minera que sirvieron de marco a nuestra industrialización y luego va desgranando los pasos que siguieron las diferentes concesiones mineras, los pleitos, las fusiones, los éxitos empresariales y los fracasos; todo ello aderezado con una buena selección gráfica de documentos y planos inéditos que ilustran como fue aquel mundo de emprendedores y financieros.

El tema es tan complejo y tan dilatado en el tiempo que los autores tuvieron que decidirse por elegir una de sus etapas? y apostaron por la más difícil. La segunda mitad del siglo XIX es el periodo más desconocido de este proceso, sobre todo en las décadas de los 50 y 60, cuando los geólogos e ingenieros ingleses, franceses y belgas animaron a los capitalistas de sus países a invertir en los yacimientos que bordean las laderas de nuestros valles fluviales, abriendo cientos de pequeñas explotaciones, predecesoras de los grandes pozos, cuyos castilletes aún salpican el paisaje de nuestros valles.

El libro, aunque lógicamente también puede leerse como tal, tiene una importancia que trasciende la mera curiosidad porque facilita la labor de los historiadores al proporcionar un verdadero archivo, ya limpio de polvo y paja, que puede aprovecharse en otros estudios.

La aventura siempre ha sido una constante en la dilatada historia del Centro Cultural y Deportivo Mierense; en su haber está la apertura de nuevas vías en las montañas o el descubrimiento de simas inexploradas. En los malos tiempos que corren para la cultura, la publicación de "Desarrollo Industrial de Mieres. Segunda mitad del siglo XIX" es un riesgo más, que merece el apoyo de todos. Les aseguro que no se arrepentirán de tenerlo en su biblioteca.

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