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La fosa de la plaza de abastos de Ciaño

Hildegard del Blanco logra que una placa recuerde a su padre y a otros 4 fusilados, enterrados bajo el hoy recinto comercial

Hildegard del Balnco ante el retrato de su padre. JUAN PLAZA

"Vinieron a buscar a mi padre y dijeron que tenían que llevárselo para ir a declarar, que volvería enseguida. No volvimos a verle; un mes después, lo fusilaron". Era diciembre de 1937, en plena guerra civil, y el frente asturiano había caído un par de meses antes. Hildegard del Blanco tenía tres años. Era muy pequeña, pero su madre Angelina le contó la escena años después, como todo lo que pasó aquellos días. "Lo mataron a la puerta del cementerio de Ciaño y los enterraron en una fosa junto a otros cuatro hombres, en el sitio donde después se construyó la plaza de abastos. Lo único que quiero antes de morirme es ver una placa que los recuerde en el sitio donde murieron; nada más", explica Del Blanco, que actualmente tiene 81 años.

Su yerno, Javier Fernández, asumió el reto hace unos años, aunque no fue fácil. "Me puse en contacto con la Asociación Todos los Nombres para tratar de identificar a las personas que fueron fusiladas junto a Pablo del Blanco. Resultaron ser Manuel Duarte Roza, que era ayudante en el batallón de milicias de Ciaño, al que también pertenecía Pablo; Alfredo Fernández Canga, un chofer de La Felguera; José María Suárez Fernández, allerano y vecino de Sama; y Eduardo Goyo Fuentes", apunta Fernández, para añadir a continuación: "Lo que pretendemos es hacer una llamamiento para dar con los familiares de estas personas por si quieren participar en la iniciativa para que haya una placa, un monolito o algún elemento que los recuerde".

Pablo del Blanco era natural de Arcayos, en León, pero había emigrado a Ciaño. Tenía 40 años y trabajaba en Carbones Asturianos. "Era comunista y enseñaba a leer a la gente que no sabía", explica su hija. Un día de noviembre, al salir de la mina, regresó a casa cogiendo las castañas que encontró por el camino. Sólo le dio tiempo a descargarlas. "Después llegaron los falangistas y se lo llevaron", relata Hildegard Del Blanco, "ante la mirada de impotencia de su mujer Angelina y de sus cuatro hijos".

El minero estuvo detenido un mes en Sama. Un mes después, el 10 de diciembre de 1937, falleció fusilado. "Los disparos se escucharon desde casa. Un vecino pasó por delante y le dijo a mi madre que no saliera a la calle. Ella lo hizo y otro vecino le dijo que volviera, que habían matado a su marido".

Del Blanco conoce el punto en el que su padre murió, en la puerta del antiguo cementerio, cerca de la iglesia de Ciaño. A él y a los otros cuatro fusilados los enterraron en una fosa común, en la zona en la que después se levantó la actual plaza de abastos. "El cura no quiso que se sacasen los restos antes de poner los cimientos, pero sabemos que la familia de uno de los fusilados identificó unas chirucas cuando movieron la tierra para la obra. Lo único que pedimos es que se les recuerde con algún tipo de placa, sólo eso", añadió.

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