La caída de cascotes de la fachada de algunos edificios se ha convertido en un problema creciente en Mieres. Desde hace tiempo es cada vez más frecuente la imagen de aceras parcialmente cerradas por la Policía Local, acordonadas con cintas, tras producirse desprendimientos. En los casos de mayor riesgo, las comunidades de vecinos optan directamente por colocar mallas de protección en forma de viseras para evitar que los materiales que se sueltan de las paredes puedan herir a los viandantes. Durante los últimos meses estos aleros se han convertido cada vez más en parte del paisaje de la ciudad. En algunos casos, permanecen semanas, incluso meses, instalados en las paredes.

"Las comunidades piden permiso para instalar estas estructuras cuando detectan que el estado de la fachada conlleva riesgo para los transeúntes", explican desde el gobierno local. El Ayuntamiento autoriza la instalación de estas viseras mientras los afectados gestionan la contratación de obras de saneamiento y tramitan las licencias de actividad, proceso que en el caso del Ayuntamiento de Mieres puede prolongarse durante bastante tiempo, debido a los pausados ritmos administrativos.

Tanto los Bomberos como la Policía Local intervienen frecuentemente en fachadas de edificios por desprendimientos de cascotes que caen a la vía pública. En estos casos, para evitar daños personales, la primera medida es cerrar el tramo de calle afectada con cinta policial. No obstante, en ocasiones los daños estructurales en los inmuebles obligan a las comunidades a tomar medidas especiales de prevención, con la instalación de mallas que protegen a los viandantes. "Se trata, lógicamente, de medidas provisionales de seguridad que deben dar paso a una actuación de mejora en las fachadas", puntualizan los responsables municipales consultados por este diario.

La caída de cascotes en los viales de Mieres, por suerte, no ha causado daños personales en los últimos años. Sí es frecuente que se produzcan desperfectos en vehículos estacionados en la vía pública. Constructores preguntados por este diario relacionan los problemas en las fachadas con la antigüedad de algunos inmuebles. Y es que Mieres tiene muchas viviendas antiguas. Así lo establece el censo de viviendas y población. El municipio cuenta con 1.350 residencias anteriores al año 1900. Casi una de cada cuatro, concretamente el 23 por ciento, ya estaban levantadas antes de que el siglo XX llegara a su ecuador. Es decir, tienen, como poco, 66 años. Ahora bien, el auge de la construcción en el concejo se localizó entre 1950 y 1970, periodo en el que se crearon 5.032 viviendas, el 27 por ciento de la bolsa actual, que se sitúa rozando la barrera de los 18.500 inmuebles.

La visión de los constructores choca con la percepción del problema que tienen la Policía Local. Fuentes del servicio consultadas por este diario señalaron que la mayoría de desprendimientos se producen en edificios de nueva construcción, "con una antigüedad, por regla general, de menos de veinte años". Así, las construcciones con más tiempo parecen ser también más robustas y tener mejor sujetas las fachadas. No obstante, el Ayuntamiento no dispone de una estadística que avale uno u otro punto de vista sobre los desprendimientos.