Ese niño "raro", lo llamaban hasta hace relativamente poco. Ese niño que no hablaba con sus compañeros y no interactuaba en los juegos. El que tenía pataletas sin razón aparente. Ese niño "raro", tantas veces incomprendido, ahora tiene un diagnóstico. Los expertos estiman que uno de cada sesenta y ocho niños que nacen padecen algún trastorno del espectro autista (TEA): patologías que afectan, en distintos grados, a las habilidades de comunicación y socialización. El Centro del Profesorado y de Recursos (CPR) de las Cuencas Mineras, con el objetivo de mejorar la integración de los pequeños en las aulas, organizó ayer la jornada "Completando el puzzle: retos educativos del Trastorno del Espectro del Autismo". Se celebraron en el campus de Mieres y acudieron 350 docentes. Una de las ponentes fue la psicóloga y miembro del equipo IRIDIA (dedicados a la pronta detección de trastornos como el autismo), Laura Velayos.
La experta ofreció las claves que permiten a los profesores reconocer las señales de alerta entre su alumnado. "No es fácil detectar el autismo y es necesario estar muy seguro antes de informar a la familia", señaló la psicóloga. En este punto, matizó que los formadores no pueden realizar un diagnóstico, sino únicamente someter a los alumnos a un "cribado" que permita encontrar conductas que apunten a un posible TEA.
Con prudencia porque, añadió, "la existencia de síntomas no quiere decir que haya un problema". Algunos de los comportamientos a tener en cuenta son los movimientos repetitivos, la incapacidad de comprender el lenguaje (tras descartar problemas auditivos) y la falta de interacción en el aula. Las herramientas para la detección avanzan a una velocidad de vértigo y la psicóloga recomendó el uso de pruebas como la "Escala Autónoma". Se trata de un cuestionario elaborado por profesionales de la Universidad Autónoma de Madrid, que permite detectar el síndrome de Asperger.
El momento de informar a la familia es el trámite más complicado. Es esencial, según Velayos, "no utilizar las palabras trastorno o autismo". Hablar siempre con claridad, ser empáticos y recomendar la derivación a los profesionales médicos. Son ellos los que pueden hacer un diagnóstico ajustado. Cuidado con las etiquetas en las clases, porque la clave está en integrar: "Siempre que sea posible hay que hacer que el niño se sienta miembro del equipo y acostumbrarlo a participar en asambleas", zanjó Laura Velayos.