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Un año ya desde que se presentase la primera oferta por la antigua Perfrisa

El moscón Juan Antonio Fernández Coalla rechazó hacerse con la planta tras descubrir una deuda oculta de dos millones de euros

La situación de Mieres Tubos lleva enconada varios años. Pero si hubo un momento en el que los trabajadores fueron más optimistas fue hace poco más de un ejercicio. Desde entonces, todo han sido palos en las ruedas, y cualquier intento que hubo de sacar adelante la factoría de Sueros se quedó por el camino.

A mediados del pasado agosto se conocía el interés del empresario moscón Juan Antonio Fernández Coalla en reflotar la planta mierense. Mucha parte de la "culpa" de aquella operación la tuvo el Principado, y su entonces consejero de Industria y Empleo, Francisco Blanco, que fue uno de los que medió personalmente para tratar de convencer al empresario. No en vano, la Administración regional iba a formar parte del accionariado. La familia Uribarren, propietaria de Mieres Tubos, parecía que había dado luz verde a la operación. Sin embargo, antes de meterse en una operación millonaria, Fernández Coalla procedió a encargar una auditoría para cubrirse las espaldas. Y ese informe fue el que dio al traste con la operación. Una deuda "oculta" de en torno a dos millones de euros alejó al empresario moscón de la planta de Mieres. Los trabajadores de Mieres Tubos, después de casi dos años con la planta inactiva, se quedaron con la miel en los labios. Vuelta a empezar.

Unos meses más tarde, casi coincidiendo con las Navidades, a la plantilla de Mieres Tubos les volvían a llegar buenas noticias, o al menos, un clavo ardiendo al que aferrarse. Los gestores de Mieres Tubos llegaban a un acuerdo para que Arcelor les suministrase material, y la planta volvió a arrancar. Paralelamente, la familia Uribarren recibía una nueva oferta por la antigua Perfrisa. Se trataba del grupo granadino IPL Corporación.

Las exigencias del grupo andaluz, unido a nuevos problemas en el pago de los salarios a la plantilla, a la que se le llegaron a adeudar más de cuatro nóminas por parte de Mieres Tubos, hicieron que aquel balón de oxígeno se fuera deshinchando hasta cero.

Ahora, cuando la situación es más complicada que nunca y con dos puertas cerradas, la llegada de un grupo italiano abre una nueva ventana de escape para que la planta se pueda salvar. Los trabajadores están expectantes. Después de atravesar un complicadísima travesía por el desierto, el oasis se deja ver.

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