Pasear por el mercado artesano de Llagréu Natural, ayer, era muy entretenido. El recinto estaba repleto de artesanos trabajando para el público y de representaciones teatrales para animar las compras. En uno de los extremos del mercado, Chusa Fueyo trabaja sin descanso con su cincel. Es talladora de piedra y está grabando un escudo con dos apellidos. ¿Considera que su trabajo está bien valorado? "Creo que no, considero que la gente no sabe lo que cuesta una etiqueta de 'hecho a mano'. Los productos que son fruto de un oficio artesano cuestan muchas horas, mucho tiempo entregado, y muchísima dedicación", aseguró.

Dedicación, como en su caso, de casi una vida. Ella aprendió a trabajar la piedra, hace algo más de treinta años, en una escuela taller del Monasterio de Valdediós. "Me enseñaron de todo, y yo fui poco a poco practicando". Ahora es toda una experta, que maneja el cincel con una precisión pasmosa. No muy lejos de su puesto, hay otra mujer cardando lana. Es una tejedora, de las pocas que quedan en la región que hacen todo el trabajo a mano. Entre los puestos hay de todo: desde comida casera hasta abalorios de cuero, junto a creaciones en textil y productos ecológicos.