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Ana Lena Rivera Escritora, presenta en Mieres su libro «Las heredaras de la Singer»

“Las mujeres de las Cuencas lograron una sociedad en la que se respetan los derechos”

“Fuera de Asturias los lectores no se creen las torturas a los mineros en la “huelgona”, y les enseño la carta de Aleixandre a Fraga”

Ana Lena Rivera con su último libro. | LNE

Ana Lena Rivera (Oviedo, 1972) le ha dado unas vacaciones, quizás definitivas, a Gracia San Sebastián, la investigadora que tantas alegrías le dio en su trilogía “Lo que callan los muertos”, premio Torrente Ballester; “Un asesino en tu sombra” y “Los muertos no saben nadar”. La escritora ovetense afincada en Madrid presenta este miércoles en Mieres su último libro, “Las herederas de la Singer” (Grijalbo). Será en la Casa de Cultura de Mieres y estará acompañada por la también escritora Leticia Sierra en un acto organizado dentro de la programación de San Xuan, desde Librería La Pilarica, en colaboración con la concejalía de Cultura de Juan Ponte.

–Nació en Oviedo, trabajó en una multinacional, vive desde hace muchos años en Madrid, ¿por qué la minería?

–Mi abuelo era minero, de Turón. Mi padre se crió allí y empezó a trabajar en la mina pero no le gustaba y se puso a estudiar por las noches, hizo el bachiller y luego Industriales en Gijón. Toda mi familia nació en Turón.

–Y eso marca.

–Siempre he querido contar esta historia. Tenía muchos recuerdos de historias que escuchaba cuando era pequeña pero no sabía como hilarlo todo.

–Y decidió coserlo a máquina.

–En el confinamiento me puse a ordenar el trastero y encontré la viaje máquina de coser Singer de la familia. Decidí que era el momento de escribir esta historia. Recordé todo lo que escuchaba de niña en casa de mi tía en Pola de Lena con el sonido de la Singer de fondo. Ella era modista y allí se reunían las mujeres a coser y contar historias con una taza de café. No se puede imaginar todo lo que se contaba en aquella casa.

–¿Esas son las historias que aparecen en la novela?

–Fui recordando aquellas cosas y las contrasté con el momento y el lugar. Eran historias que se repetían, que yo escuchaba en los años 80 y que ahora me sonaban tan diferentes al mundo en que vivimos que me impactaron mucho.

–¿Qué logró coser literariamente con la Singer de su familia?

–Quería contar la historia de las mujeres anónimas.

–¿Una novela feminista?

–No, para nada. Es una novela totalmente neutral, ni siquiera toma partido por ninguna opción política. En los libros de historia siempre aparecen grandes hombres que tomaban decisiones pero no se cuenta cómo afectaban esas decisiones a las familias obreras como la mía. Mi objetivo es contar cómo ha cambiado la vida en la sociedad española en el último siglo, y ha cambiado para bien.

–Lo cuenta a través de cuatro generaciones de mujeres y abarca desde los años 20 del siglo pasado hasta este mismo año.

–En la vida de esas cuatro mujeres se ve la evolución de la sociedad.

–¿Cómo eran aquellas mujeres nacidas en las cuencas mineras en los años 20?

–Estaban completamente subyugadas. Hasta 1981 una mujer era menor de edad toda su vida, no podía comprar un piso, no podía abrir una cuenta en el banco sin el permiso de su marido. No podían tener nada y las de clase obrera tenían que trabajar.

–Las mujeres mineras.

–Así es. Mujeres que trabajaban en la mina y que se quedaron fuera del discurso oficial, no salían ni en las fotos. En cambio las costureras estaban aceptadas socialmente. Muchas mujeres salieron adelante gracias a la Singer.

–Las mujeres de las Cuencas eran...

–Muy fuertes, estaban hechas de otra pasta. Vivieron la Revolución del 34, la guerra y una represión que en las Cuencas fue muy dura. Franco envió allí a los regulares africanos, a los más sanguinarios. Uno de ellos contó que Franco les había prometido oro y mujeres blancas. Se puede imaginar lo que eso suponía para las mujeres de las Cuencas, hay cosas que me contaban mi madre y mi tía... Bueno, digamos que los sucesos más complicados de la novela tienen una base real.

–Y además trabajaban con el carbón.

–Las mineras es una cosa que me flipa. Si con 20 años me preguntan si sabía que había mujeres mineras hubiese dicho que no. Sabía que iban a las escombreras pero no que los lavaderos de carbón estaban llenos de mujeres que llevaban a sus bebés. El trabajo de los mineros era horroroso pero las mujeres después de trabajar tenían que cuidar a los críos, encargarse del hogar, coser la ropa de la familia, atender el huerto. Ellas nunca terminaban y cuando iban a pedir la baja por silicosis se reían de ellas.

–La publicación de su libro ha coincidido con los 50 años de la “huelgona” minera de 1962.

–Y aparece en la novela. Los lectores de fuera de Asturias dudan de la veracidad de lo que cuento así que en muchas presentaciones tengo que tirar de la carta que Vicente Aleixandre y otros intelectuales enviaron a Manuel Fraga denunciando torturas a los mineros y a las mujeres. Esa correspondencia está en internet, se puede consultar tanto la carta original como las respuestas posteriores, es aterrador.

–¿Qué supuso la actitud de esas mujeres?

–Con su lucha consiguieron mucho, lo que no tengo claro es que fuese para ellas sino para nosotros. Lograron una sociedad en la que se respetan los derechos

–En la obra es muy especial la relación de la bisabuela con la biznieta.

–Es la generación que peor lo pasó y la de los millenials, que han nacido en un momento de sociedad de consumo, de estado del bienestar en el que tenemos paz y los mínimos como la sanidad y la educación cubiertos. La bisnieta nace en una familia rica y mira hacia atrás y piensa que a ella le toca cambiar el mundo porque las mujeres anteriores se sometieron al patriarcado. La joven madura gracias a al relación con la bisabuela, al darse cuenta de lo que tuvieron que luchar. Ella ve la máquina de coser, la Singer, como un símbolo de opresión pero para su bisabuela supuso la libertad, la posibilidad de salir adelante sin pedir nada a nadie. Son dos personalidades tan fuertes que chocan tanto que terminan uniéndose por el otro lado. Al final nos damos cuenta de que estamos viviendo de la herencia de los que lucharon por nuestros derechos.

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