Hay en el trabajo de Irene de Andrés (Ibiza, 1986) un meditado deseo de cuestionar las imágenes recibidas, de proponer nuevas preguntas sobre los paisajes prestigiados por el consenso crítico que nutre la historia del arte, de ofrecer posibilidades alternativas que permitan yuxtaponer las sensibilidades estéticas del pasado con las del presente. Y para esa propuesta se sirve de distintos materiales, desde el papel de poliéster a una tableta conectada a internet, del vídeo a los millones de cámaras web que vigilan el mundo, el nuestro, en el que todo son ya ventanas, pantallas.

La artista balear tiene estos días una doble propuesta en Gijón, donde expone por primera vez. La galería Espacio Líquido muestra «Habitaciones para mirar», mientras El Hervidero (ambas salas están en la calle de Jovellanos, 3) ofrece «El primer viaje». Una excelente ocasión para acercarse a un planteamiento conceptual y estético con el que Irene de Andrés, exploradora de las hidridaciones a las que parecen invitar las nuevas tecnologías, nos propone una reflexión sobre nuestra propia mirada y, de paso, sobre la manera de mirar.

Así «Habitaciones para mirar», donde el espectador debe colocar las ventanas recortadas sobre papel en las pantallas de ordenadores y tabletas conectados a internet. La conexión con las webcams nos aporta paisajes que hemos visto en obras de Caspar David Friedrich, Magritte, Odilon Redon o Menzes, por citar unos pocos nombres. Estamos, pues, ante un paisaje pictórico, pero también ante un territorio web al que también podemos acceder desde nuestra casa, no sólo en la galería, y expuesto a los cambios a que está expuesta la transmisión. Irene de Andrés es licenciada en Bellas Artes por la Complutense de Madrid, premiada el año pasado en «Tentaciones» y becada por las fundaciones Velázquez y Bilbaoarte. El comisario de «Habitaciones para mirar», muestra en la que colabora Laboral Centro de Arte, es Alfredo Aracil.