Los aniversarios de los grandes artistas o pensadores son un pretexto adecuado para volver sobre su obra y ubicarla en primer plano de la actualidad. La mayoría de las veces sirven para bien poco. Si acaso para que los políticos creen una de esas comisiones que gastan mucho y aportan nada o casi nada, más allá de que algunos se llenen los bolsillos con la disculpa del cumpleaños rotundo de una personalidad determinada. Sin embargo, otras ocasiones surgen iniciativas sustanciales, de las que permanecen y, además, dejan su aportación al acervo patrimonial como testigos de su tiempo.

Acaba de terminar, con un espíritu ajustado debido a la crisis, el año de recuerdo a la figura de Baltasar Melchor Gaspar de Jovellanos. El ilustrado gijonés, figura clave en la historia de España, ha sido objeto de múltiples enfoques pero, sin duda, uno de los más originales es el que ha liderado el tenor asturiano Joaquín Pixán y que se ha plasmado en un magnífico compact disc y DVD, encuadrados en un completo y documentado estudio musicológico realizado por la profesora de la Universidad de Oviedo María Sanhuesa.

Joaquín Pixán se ha caracterizado por ir más allá que otros artistas de su generación. Ha buscado realizar un sólido respaldo a la creación contemporánea y esto es algo que se agradece especialmente porque no abundan iniciativas como las suyas. En su haber tiene interesantes trabajos en la línea de este que nos ocupa, en el que la figura de Jovellanos sirve de eje para implicar a una serie de instituciones verdaderamente espectacular. En el proyecto participan la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, el Coro de la Fundación Príncipe de Asturias, dirigidos por Óliver Díaz, además del poeta Antonio Gamoneda, el pianista Mario Bernardo, el guitarrista Pablo Menéndez y Pixán como amalgama de todos ellos.

Doble es el propósito artístico de este trabajo. En primer lugar se recoge el estreno absoluto de la Oda a Jovellanos, una cantata para tenor solista, coro mixto y orquesta. La música es del compositor ovetense, afincado en Estados Unidos, Jorge Muñiz -sin duda uno de los músicos asturianos más interesantes de nuestros días- y la letra del gran poeta, también ovetense de nacimiento, Antonio Gamoneda. Ambos construyen una obra preciosa y delicada, enfática en algunos pasajes, de hondo lirismo en otros, muy bien estructurada dramáticamente y que Pixán, músicos y coristas cantan con convencimiento y entrega. Es una cantata capaz de llegar y transmitir pasión por el ilustrado desde un lenguaje contemporáneo y de gran accesibilidad desde un sustrato de música asturiana de gran refinamiento.

En segundo lugar hay que destacar una magnífica selección de canciones -realizada por María Sanhuesa- de compositores como Blas de Laserna, Pablo del Moral, Manuel García, José Rodríguez de León, Narciso Paz y Mariano Rodríguez de Ledesma, autores coetáneos de Jovellanos y que nos dan perfecta cuenta de un repertorio muy olvidado en nuestros días (la mayoría estaban inéditas en disco) y que, sin embargo, tiene gran interés tanto por su calidad intrínseca. Pixán, Mario Bernardo y Pablo Menéndez articulan estas canciones con una vivacidad expresiva admirable. Y como colofón un muy interesante making of permite seguir, con los protagonistas, la gestación de un sueño hecho realidad que se fue tejiendo entre Indianápolis, Madrid y León, donde viven Muñiz, Pixán y Gamoneda, respectivamente. Todo ello se materializó posteriormente en el auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, cada vez más la gran casa de la música de Asturias, impulsor de proyectos como éste, de hondo calado y que hablan por sí mismos de los magníficos profesionales con los que cuenta el Principado de Asturias.