Más que una promesa, Adrián Fernández ya tiene la etiqueta de inminente realidad del balonmano español. Con 19 años se codea con algunos de los mejores jugadores del mundo, lo que dibuja una trayectoria vertiginosa. Porque hasta los 15, este avilesino tuvo dudas entre el balón grande del fútbol y el pequeño del balonmano. La influencia familiar y sus innegables condiciones hicieron que, por una vez, el deporte más popular saliera perdiendo. Adrián sabe que difícilmente se hará millonario, pero disfruta con su equipo, el Balonmano Gijón, y aspira a sumarse a la lista de internacionales asturianos. Su entrenador, Alberto Suárez, tiene pocas dudas : "Tiene calidad y una cabeza muy bien amueblada".

En el entorno familiar de Adrián Fernández se respiraba balonmano. Sus tíos habían vivido este deporte como jugadores y como árbitros. Y su padre, Jorge, llegó a competir en Primera Nacional con la Atlética Avilesina. Así que durante un tiempo, el chaval se debatía entre su debilidad por el fútbol, donde destacaba como portero, y lo que veía en casa. "Mi padre quería que me centrase en el balonmano, pero durante tres años pude compaginarlo. Antes de empezar la temporada planificaba entrenamientos y partidos en los dos equipos", explica Adrián. Tanto su entrenador de fútbol en el colegio Marcos del Torniello como los de balonmano en el Bosco querían contar con él.

"Alexis y David Torre, mis entrenadores en el Bosco, intentaron enseñarme lo que otros chavales llevaban haciendo desde los 7 años", explica el avilesino, que aprendió rápido los fundamentos del balonmano: "En mi primer año de cadete me llamaron de la selección española. Fue para un torneo en Lagos, en Portugal, y aquello me hizo decantarme. Fue emocionante escuchar el himno, con mis padres y abuelos allí, y al final nos regalaron la camiseta". La fama de Adrián Fernández propició con 16 años la llamada del club referencia en su ciudad, la Atlética Avilesina, para jugar con su equipo senior.

Acostumbrado a competir con chavales que le sacaban uno o dos años, de repente Adrián Fernández empezó a entrenarse y a jugar con hombres hechos y derechos, que en algún caso le duplicaban la edad. Le vino bien en ese tiempo la sabiduría de Juan Muñiz, una institución de la Atlética. Adrián progresó sin afectar a los estudios y sin renunciar a su vida social: "Siempre me he organizado bien, así que tenía tiempo para estudiar y salir con los amigos. En casa nunca me pusieron pegas con el balonmano porque saben que soy responsable".

El gran salto personal y profesional llegó en el verano de 2013, cuando Adrián Fernández tomó dos decisiones importantes en su vida: aceptó la oferta del Balonmano Gijón y empezó su etapa universitaria con la carrera de Comercio y Marketing. "No podía dejar pasar la oportunidad de jugar en casa y en un equipo con aspiraciones de ascenso. Era el más joven de la plantilla, pero jugué bastante". La temporada se completó con un ascenso histórico e inolvidable para él, lo mejor de su corta carrera junto a los cuartos puestos en un Europeo y un Mundial juvenil, aunque "tuvimos las medallas a punto".

El sueño se prolonga esta temporada, en la que se ha enfrentado a ídolos de su infancia, como Nikola Karabatic. Sensato, Adrián Fernández admite que la crisis del deporte español, y especialmente del balonmano, ha tenido su parte positiva para chavales como él: "Sin este mal momento en la elite, los jugadores jóvenes no hubiésemos llegado tan pronto a la Liga Asobal". Antes de ilusionarse con otro salto a un grande del balonmano español o una Liga extranjera, Fernández prefiere ir con paso firme: "Mi prioridad en los próximos dos años es acabar la carrera. Después ya me plantearé otras cosas. Sueño con jugar en la Budesliga porque el balonmano en Alemania se vive de una forma distinta, pero hoy por hoy lo veo lejos".

"De momento está mejor aquí", confirma Alberto Suárez, recordando que a Adrían le quedan dos temporadas más como junior. Dejando volar la imaginación, el avilesino acepta el reto de estar con la selección en Tokio 2020: "Sería increíble participar en unos Juegos. Si ya resultó especial estar en unos Juegos de la Juventud, me puedo imaginar lo que es una competición olímpica". Suárez, pese a la obligada prudencia, apuesta por ello y pone a Adrián por las nubes: "Es el novio que toda madre quiere para su hija".

Adrián Fernández Clemente

Nació en Avilés el 15 de junio de 1994. Empezó a jugar al balonmano en el colegio Santo Ángel, del que pasó a la Atlética Avilesina. Desde la pasada temporada pertenece al Juanfersa Balonmano Gijón, con el que ascendió a la Liga Asobal. Internacional en las categorías inferiores, participó en un Europeo y un Mundial juvenil.