Oviedo, Álvaro FAES

El Zaragoza escogió el Ono Estadi para consumar la desgracia. Llevó hasta Palma de Mallorca su renqueante temporada y se terminó de consumir ante un equipo al que la victoria ni siquiera le sirvió para alcanzar el sueño europeo. La afición balear fue testigo del drama del descenso, del impotente llanto de un puñado de profesionales incapaces de cumplir los objetivos, en este caso, ni siquiera de acercarse a ellos, con un equipo hecho para pelear en la zona noble. Las mismas sensaciones que exportó a la isla el Oviedo hace siete años, junio de 2001, en el mismo campo, entonces de nombre Son Moix. 4-2 para el Mallorca e inicio de la caída libre azul, que no encontró suelo hasta la Tercera División.

El llanto zaragocista se llenó de coincidencias con el de ese Oviedo que ponía a la temporada del estreno del nuevo estadio el peor de los colofones. Hace quince días, La Romareda vio con impotencia cómo sus jugadores eran incapaces de ganar a un Madrid resacoso por los festejos del título de Liga e indolente en su actitud ante el encuentro. La escasa oposición de los blancos se concretó en Dudek, un muro en la portería apurando sus opciones de jugar la Eurocopa. En el Carlos Tartiere, en aquel fatídico 2001, el Oviedo tampoco pudo con un Madrid también campeón. Con Radomir Antic en el banquillo y una plantilla plagada de serbios (Tomic, Martinovic, Paunovic y Nadj) dependía de sí mismo en el tramo final. Incapaces de ganar a un Deportivo (2-3) que terminó en el Tartiere con Donato de portero, las esperanzas resurgieron con el inesperado 0-1 en el Nou Camp, segunda victoria de la temporada a domicilio. No fue suficiente porque llegó el Madrid al Tartiere, tan indolente como hace dos semanas en Zaragoza, y se llevó un empate. Losantos Omar se tragó un penalti a Oli, expulsado por protestar la acción. En la retina oviedista quedó una clamorosa ocasión de Jaime que pudo dar la permanencia. El equipo llegó a Mallorca casi vencido y pendiente del resultado entre la Real Sociedad y el Osasuna. El encuentro levantó todas las sospechas y se resolvió con un conveniente 0-1 para los navarros, ante un rival más amigo que nunca al que no le iba nada en el envite. Triste consuelo porque el Oviedo ni siquiera fue capaz de cumplir su parte.

Veteranos como Esteban sufrieron especialmente el revés de Son Moix, a manos además del técnico que había logrado la permanencia azul el año anterior, Luis Aragonés. Tanto se parecen los descensos del Oviedo y del Zaragoza que también el Osasuna tuvo su papel en la debacle maña del domingo. Cayeron en Santander, pero salvaron la categoría.

A Javi Paredes, lateral asturiano del Zaragoza, las dos tragedias le pillaron de lleno. La última, como integrante del equipo, y la oviedista, como jugador del filial.

Otro asturiano, Sergio Fernández, vive la cara más amarga del descenso del Zaragoza. El central resbaló y dejó vía libre a Dani Güiza para encarrilar el encuentro. Dicen sus allegados que «está destrozado» y que necesita un par de días para levantar cabeza. Y llegan las primeras víctimas. Ayer dimitió Pardeza, hasta ahora director deportivo de los maños.