Tuvo que llegar el Primero de Mayo para que el Sporting se pusiera el mono de trabajo. Al equipo de Preciado hace tiempo que lo ha abandonado el fútbol. Casi a la vez que se le iba agotando el depósito de combustible. Los futbolistas más determinantes del equipo han perdido la frescura y ya no desbordan como hace unos meses. Por eso, a falta de mejores argumentos, el Sporting dio ayer lo mejor que podía ofrecer a estas alturas de la película. El equipo mostró un grado alto de compromiso, se amarró los machos, fortificó su área y se dejó dominar sin sufrir demasiados rasguños. Se trataba de proteger a Juan Pablo y ver qué pasaba.

Y pasó que el Sporting se vio de pronto por delante en el marcador. El viento a favor ratificó la propuesta y los de Preciado apenas si salieron de su área en el segundo tiempo. Tanto fue el cántaro a la fuente que el tacón de Caicedo lo resquebrajó para fijar en el electrónico un empate que casi todo el sportinguismo hubiera firmado al inicio del encuentro. Los pocos indecisos habrían pasado por el aro tras ver el arreón inicial de un Málaga que acumuló un puñado de claras ocasiones en el primer cuarto de hora.

El partido de ayer le cambió la cara a un Sporting que, sin jugar bien, rompió la dinámica negativa. Sumó un punto que lo acerca un poquito más a la permanencia y que, sobre todo, castiga con dureza al Málaga del gijonés Muñiz. Además, vieron puerta tras cuatro semanas de sequía. Tuvo que ser Diego Camacho, el hombre de los goles que valen una permanencia.

Habrá quien diga que el Sporting no salió de su área y que sólo supo defenderse con más o menos orden, pero lo cierto es que el equilibrio entre ambos equipos fue total en cuanto a las acciones determinantes. Un gol, un poste y un balón despejado sobre la misma línea por cada bando. Bien es cierto que el Málaga asedió, especialmente a balón parado. Los costasoleños dispusieron de dieciséis córneres y dieciocho faltas a su favor. Afortunadamente, el especialista Duda no tenía ayer el cañón bien calibrado.

Por lo demás, el Sporting pareció un equipo maduro, bien asentado, que supo ignorar la presión que llegaba de una grada encendida y que, esta vez sí, leyó bien el partido para jugar con la ansiedad de un Málaga que ocupó puesto de descenso durante muchos minutos.

La estrategia estuvo a punto de salirle bien a Preciado, que volvió a sorprender con la alineación, aunque esta vez presentó un equipo más ordenado. Al menos, que ya es algo, todos los futbolistas ocuparon su posición natural. Incluido Lora, quien tras pasarse toda la temporada como lateral, ayer fue utilizado de nuevo en la media punta. Con el madrileño, el equipo perdió el talento de De las Cuevas, pero ganó oxígeno y compromiso, sin desdeñar la salida del balón.

La otra sorpresa fue la presencia de Diego Camacho, quien ayer demostró que está a años luz de cualquier otra alternativa disponible para acompañar a Rivera. El madrileño fue el referente ofensivo del Sporting. Marcó un gol afortunado y mandó un balón al poste al rematar de primeras y con el interior de la pierna izquierda una pelota más complicada de lo que parecía.

Lo malo para el Sporting fueron las noticias que llegaban desde otros campos. En otras circunstancias, el punto sumado en Málaga sería un puntazo. Pero hoy el descenso está más cerca que ayer, aunque cada vez queda menos.

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