Jumilla, Área 11

El Caudal ya es de Segunda B tras empatar ayer a un gol en su visita al Jumilla y tras el 2-0 que había logrado en la ida. El equipo de Paco se mostró muy ordenado y sólido en el terreno murciano, maniatando perfectamente a un Jumilla que salió presionante pero sin llegar a crear acciones de peligro. Además al poco de quedarse con un jugador menos por la expulsión de Toyos el Caudal se ponía por delante gracias al gol de Hermes que sellaba el ascenso, dejando la diana del empate del Jumilla en mera anécdota.

Los primeros quince minutos de encuentro fueron de dominio local, apoyados por un extraordinario ambiente de los aficionados locales en el Municipal que confiaban en la remontada.

Los disparos desde fuera del área de Menchón y Ocaña fueron prácticamente las únicas acciones peligrosas de los locales ante un ordenadísimo Caudal, que llegaba con tímidos ataques a la portería pero se defendía muy bien en el eje de la defensa. El trabajo de contención de los mierenses fue perfecto, con una defensa muy bien aplicada sabiendo que los murcianos saldrían a por todas en busca al menos de un primer tanto que abriera la eliminatoria. El trabajo del Caudal estaba claro, llegar al descanso con el cero en su marco y después poder buscar su suerte en algún contragolpe, cuando el depósito de los murcianos flaqueara.

En la segunda mitad, el encuentro seguía por parecidos derroteros. Los locales lo intentaban todo, pero la defensa del Caudal seguía muy bien ubicada y despejando todas las intentonas locales. Nacho y Pevida, agotados después de un durísimo esfuerzo tanto en ataque como en defensa, eran suplidos por Hermes y Bruno. A medida que iban pasando los minutos, el trabajo del Jumilla se veía afectado por el cansancio y por los nervios, viendo que ese primer gol no llegaba y que los de Mieres tenían el premio al alcance de su mano.

Y más todavía, cuando a falta de ocho minutos para el final una jugada de Bruno fue culminada en gol por Hermes con la lógica alegría de aficionados y jugadores del Caudal. Los locales estaban casi asfixiados, y en las contras los blanquinegros encontraban cada vez más huecos.

En tiempo de descuento, Carlos García logró de cabeza el empate para el Jumilla. Pero el gol ya no importaba, ya que el equipo local necesitaba la utopía de tres goles más. Imposible, y fiesta en el banquillo del Caudal. Abrazos, lágrimas y euforia ante el ascenso.

Los aficionados murcianos despidieron con aplausos a los dos equipos: al visitante por su ascenso a la Segunda B y el buen trabajo realizado, y a los locales por el esfuerzo, la lucha y la entrega durante los noventa minutos.

Una tarde para la historia del Caudal a cientos de kilómetros de Mieres, pero con sonrisas.