Ayudante de Sergio Scariolo

Oviedo, Mario D. BRAÑA

Una llamada de Moncho López cambió la vida de Jenaro Díaz, que desde 2003 forma parte del cuadro técnico de la selección española de baloncesto. Jenaro Manuel Díaz Fernández (Oviedo, 3 de abril de 1971) regresó de Lituania con la medalla de oro del Europeo, el segundo tras el de Polonia hace dos años, que se añade al Mundial de 2006 y a la plata olímpica de Pekín. Jenaro Díaz renunció a los reconocimientos que la selección recibió ayer en Madrid para pasar el día de su santo en Oviedo antes de viajar hoy mismo a Moscú para incorporarse a su club, el Khimki.

-¿En qué se diferenció este Europeo del de hace dos años?

-Principalmente en que fue más largo, con más equipos y más jugadores de la NBA. La selección cambió su estilo, con dos jugadores muy grandes, lo que provocaba que hubiera menos espacios. Por suerte, tanto Pau como Marc Gasol entendieron muy bien el juego. Marc es un gran pasador. Y es importante su evolución en el tiro. Los dos estuvieron muy bien.

-¿El plan era ir de menos a más?

-No. Más bien fue cuestión de ajustar las piezas y las rotaciones. Poco a poco se consiguió dar con el equilibrio del grupo.

-¿La derrota contra Turquía fue un punto de inflexión?

-No hubo dudas. Al contrario, nos ayudó a reajustarnos. Al no poder contar con Pau Gasol aquel día, nos afianzó en la idea de que era mejor jugar con Pau y Marc, que era la combinación perfecta.

-¿Resultó complicado no contar con Garbajosa?

-Jugadores como Jiménez, Raúl López, Garbajosa y Mumbrú fueron importantes para establecer en la selección unos códigos, dentro y fuera de la pista. El grupo actual de jugadores mantiene ese espíritu y deportivamente hubo que adaptar el equipo a un estilo diferente. Me ha sorprendido el rango de tiro de Pau y Marc, que recuerda un poco a lo que hacía Garbajosa. Acabarán siendo excelentes tiradores.

-¿Qué más se puede decir de Juan Carlos Navarro?

-Es la calidad y el talento para crear baloncesto desde la confianza que tiene en sí mismo y en el equipo. Ha crecido, sobre todo, en la capacidad de atacar el bloqueo directo, hasta convertirse en uno de los mejores jugadores de Europa en ese aspecto. Juan Carlos es un líder dentro y fuera de la cancha.

-¿Ibaka?

-Lo primero que me sorprendió fue su capacidad de trabajo. En los días libres pedía entrenar mañana, tarde y noche. Su implicación con el grupo fue ejemplar. Su capacidad de intimidación es tremenda. Mete miedo, literalmente. Con confianza es un jugador imparable.

-Ha habido críticas a la riada de nacionalizaciones como la suya.

-Ibaka llegó con 16 años a Hospitalet, habla castellano perfectamente y se siente español.

-¿Y el papel de Rudy?

-Es increíble lo que ha madurado en estos dos últimos años. No le ha importado sacrificarse, como el resto de sus compañeros, en beneficio del equipo. Por eso todos celebraron a lo grande el MVP de Navarro. Lo veían como un premio para todo el grupo.

-Todo el mundo se pregunta qué pasará cuando no estén Pau Gasol y Navarro.

-La selección no es sólo un grupo de jugadores. Es un estilo. Y no todos pertenecen a la misma generación. Detrás vienen Rudy, Llul, San Emeterio, Ricky. Y hay gente muy buena en las categorías inferiores. Además, Pau está teniendo un buen envejecer y cada año que pasa hace cosas diferentes.

-¿El oro en los Juegos de Londres cerraría el círculo?

-Estos jugadores no se lo plantean así, tienen un estilo diferente. Valoran el momento. Se juntan todos los años para divertirse y, a partir de ahí, tienen un compromiso de hacer las cosas bien, de ayudarse unos a otros para ser mejores. En 2004 perdimos en cuartos de final contra Estados Unidos y no se acabó el mundo. El estilo de la selección seguirá.

-Pese a los resultados, Scariolo no se libra de las críticas.

-No lo entiendo. En todos los equipos ha ganado títulos y es uno de los entrenadores más trabajadores que conozco. Estoy con Sergio a muerte. Exige mucho porque también tiene un alto nivel de autoexigencia. Además es una persona muy inteligente, que se ha ido adaptando cada vez mejor al grupo.

-¿Cuál es su papel en el grupo de trabajo?

-En la preparación de cada partido hay cuatro apartados de estudio de los rivales. Del ataque se encarga Orenga. De los objetivos defensivos colectivos, Ricard Casas. Y yo de los sistemas y los objetivos defensivos individuales. Pero lo compartimos todos y Sergio siempre tiene en cuenta nuestras opiniones.

-¿Es consciente de estar viviendo un momento histórico?

-Trabajar con este grupo de jugadores es algo irrepetible. Estoy encantado, pero no por los éxitos, sino por el día a día. Es muy bueno humanamente.

-¿Se le hace duro volver de inmediato a Rusia?

-Ahora mismo estoy muy contento con el trabajo en el Khimki, diferente al de la selección. Vivir en Rusia es muy duro, pero soy feliz allí, disfrutando de la experiencia junto a mi novia. Lo único que echo de menos es no poder estar más cerca de mis hijos y de Asturias.