Un gol de Cristiano Ronaldo en el minuto 73, sólo dos después de que el chileno Alexis abriera la caja de la ilusión azulgrana con el empate, inclinó definitivamente la Liga a favor del Real Madrid, que con su victoria sale del Camp Nou con siete puntos de ventaja sobre el Barcelona con cuatro jornadas por disputarse. La cautela obliga a no dar nada por decidido, pero la lógica señala un cambio de escenario en el que el Madrid toma el relevo. Para José Mourinho será su cuarta Liga en cuatro países: con el Oporto en Portugal, el Chelsea en Inglaterra, el Inter en Italia y ahora con el Madrid en España.

Sorprendió Guardiola de salida tanto por los jugadores que puso sobre el campo (Thiago y Tello por Cesc y Alexis respecto a Londres), como por la distribución de los mismos, con Alves de extremo puro, y sorprendió Mourinho con su ausencia de sorpresas, pues optó por repetir el bloque inicial que se midió al Bayern, confirmando a Coentrao como el lateral encargado del trabajo sucio. Doble pivote, pues, con Khedira y Xabi Alonso y el alemán Özil de enganche; su bloque más futbolero, lejos del músculo y el trivote defensivo al que apeló tantas veces el portugués ante el Barça.

Pero mientras el Barça se atoraba de nuevo en ataque e incidía en una «messidependencia» que se está evidenciando tremendamente peligrosa, el Madrid se organizó magníficamente en defensa y, valiente, presionó con sentido y muy adelante la llamada línea de creación azulgrana para dejar sin recursos a los de Guardiola.

Pero lo que le sobra a raudales a este Madrid es facilidad para crear ocasiones con la mínima posesión, el polo opuesto de lo que le ocurre al Barça. En el minuto 4 Cristiano Ronaldo ya había dado el primer aviso con un remate de cabeza a la salida de un córner que obligó a Valdés a volar para mandar el balón por encima del larguero.

La respuesta venía de Alves al minuto siguiente en la única acción del partido en que escapó de Coentrao. El brasileño cortó un pase horizontal de Pepe a Ramos pero Casillas, muy rápido, abortaba su acción al borde del área.

El tercer córner a favor del Real Madrid marcó, en el minuto 17, el inicio de la victoria blanca. Pepe remata de cabeza superando a Adriano y el rechace de Valdés lo empuja a la red Khedira ante un indeciso Puyol. Hace tiempo que los córneres a favor del Barça no significan nada, o muy poco, y hace tiempo que los córneres -y hasta los saques de banda, como en el encuentro europeo ante el Chelsea- son un calvario para los azulgrana.

Con el marcador a favor y el récord de goles en una temporada (108) y tres cuartos de Liga en el bolsillo, el Madrid pareció dar ese involuntario paso atrás que lleva a los equipos a enrocarse en torno al área, favoreciendo el dominio de un Barcelona que, sin embargo, no encontraba por donde hincarle el diente al entramado de Mourinho. Sólo una vez lo logró Messi (minuto 26) cuando rompió a la zaga blanca con un pase entre líneas a Xavi, cuyo disparo lo desvió Casillas a córner, aunque el árbitro señaló saque de puerta.

No era el mejor Madrid, pero sí un Madrid serio, ordenado, agresivo -no violento- ante un Barça sin recursos. Un Madrid que se veía campeón y que puso el orden y el convencimiento sobre el campo y que en el minuto 44 firmaban una de esas jugadas que caracterizan hoy en día su juego. Robo en campo propio y veloz cabalgada de Özil por la banda que enmudece al Camp Nou. Con poco balón el Madrid estaba en su salsa; con mucho el Barcelona se perdía en retoques.