Equipo más o equipo menos, todos han vuelto al tajo posnavideño, aunque quede pendiente bastante tramo festivo. El ritual se ha cumplido en todas partes: desde los gritos de apoyo a Casillas de los seguidores blancos que tuvieron el honor de acceder a un entrenamiento del primer equipo (¿acaso alguien esperaba lo contrario?), hasta la aparición de historias sobre salidas y entradas de jugadores, el habitual compro, vendo cambio de todos los eneros desde que se inventaran la historia del mercado de verano y de invierno. El más sensato de todo el fútbol español, Jesús Navas, el excelente extremo sevillista, al que se ve que quieren colocar en algún club con dinero para tapar algunos pufos de Del Nido, que ha confesado que no hay ninguna oferta por él. Navas refleja lo que es hoy la realidad futbolística: ni un solo club tiene un euro para invertir en algún jugador. No hay un euro ni en invierno, ni en verano, ni en primavera ni, por supuesto, en otoño. Aunque sea el otoño del patriarca. Hay, eso sí, maniobras orquestales en la oscuridad para deshacerse de este o aquel jugador que no cumple las expectativas o que no tiene sitio ya no en la alineación titular, sino en la misma lista de convocados.

Se termina el año por lo que es hora de defender con uñas y dientes las sanas costumbres. De ahí que habrá que volver al si pregunto, ¿molesto?: ¿no habrá algún alma caritativa que le diga al cliente de las visitadoras de Pantaleón que se tape, como los malos toreros? No se tapa ni en los peores días, que ya es decir. Como no se tapa Pepe cuando se autoproclama portavoz de los suyos. Por ejemplo, de Cristiano Ronaldo de quien da por segura su renovación por el Real Madrid, algo que no le pasa con Mourinho y de las Alas Pumariño, pese a las afirmaciones de éste en un medio informativo italiano. Están que se salen los portugueses del Madrid.

En el Barcelona no hay portugueses, pero hay permanente interés en tener contento a Messi. Por esa razón ya han renovado contrato por un año más a Pinto, el portero que llegó para tapar temporalmente una ausencia y que va camino de su octava o novena temporada, que ya se ha perdido la cuenta. Pinto, por lo que se cuenta, es uno de los íntimos del argentino que se siente feliz con él en el vestuario. Pues no se hable más, renovación de Pinto y que siga la felicidad de la estrella.

Donde escasea la felicidad, deportiva se entiende, es en La Coruña donde ayer Lendoiro anunció la destitución del entrenador del arruinado Deportivo José Luis Oltra, héroe el pasado verano por un ascenso de récord y villano ahora porque tiene al equipo colista. Y eso, damas y caballeros, que los fichajes fueron cosa de Jorge Mendes, el mago de la intermediación futbolística. El presidente del Deportivo no quiso dar el nombre del nuevo entrenador, pero se da por hecho que será un portugués, sin duda de la amplia agenda del ya citado Mendes. La entrada del Deportivo en el concurso de acreedores es inminente y Lendoiro quiere con esta decisión evitar que el pueblo llano lo señale a él como culpable del más absoluto desastre futbolístico de la historia.