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Con la mira puesta en España

Slim, con 200 empresas, quiere el mando total en FCC

Desde que en 2012 Carlos Slim entró en el accionariado del Real Oviedo, con dos millones de euros de inversión, hasta ahora, la fortuna del adinerado mexicano ha crecido cada día en 15 millones de euros. Lejos de verse golpeado con la fiereza con la que la crisis ha dañado a muchos emporios empresariales, el suyo continúa creciendo a paso firme. Y su voracidad por ampliarlo tampoco se ha detenido.

Ahora, sostienen muchos analistas, ha puesto sus miras en España, donde ha visualizado una buena oportunidad para ensanchar su ya extensísimo entramado empresarial. Uno de sus últimos movimientos fue la entrada en Fomento de Construcción y Contratas (FCC), una compañía que debe más de 4.600 millones a la banca, de la que controla el 25% tras comprar ese porcentaje de acciones a la millonaria española Esther Koplowitz.

Fue una operación llevada a cabo como a Slim -segunda mayor fortuna del mundo según la prestigiosa revista Forbes- le gusta hacer sus negocios, con rapidez y precisión. Tanto en el Oviedo como en FCC le bastaron solo unas horas para chequear que, a medio y largo plazo, la inversión iba a ser rentable. No le hicieron falta pormonorizadas auditorías, indispensables para cualquier inversor que se precie, sino que en buena parte se dejó llevar, dicen, por el instinto que le ha permitido tener participaciones en más de 200 compañías.

En la puja por la constructora española estaba también el inversor húngaro George Soros, que pidió auditar cada número de FCC. Slim, por contra, cerró la operación en tiempo récord.

Una vez dentro de FCC sí que ha pedido revisar cada una de las obras en las que está inmersa la compañía y comprobar su rentabilidad. No le gustaron los estrechos márgenes que la empresa tiene en algunos trabajos, y ya ha planteado sentarse en el consejo de administración para tomar en persona las riendas del negocio.

Pero no es el único mercado en el que tiene puestas sus miras el magnate. También ha está tanteando comprar la inmobiliaria Realia, de la que FCC tiene una importante participación junto a Cementos Portland, y que fue muy castigada por la crisis del ladrillo. Precisamente, el sector de la construcción es uno de los que mejor resultado le están dando en América Latina gracias al grupo Carso, el mismo a través del que compró las acciones del Oviedo. Ése es uno de los conglomerados más grandes al otro lado del charco que da empleo a 217.000 personas en México.

Bajo el paraguas del mando de Slim funcionan sociedades dedicadas a actividades tan diversas y distantes entre sí como el sector inmobiliario, hostelería, minería, telecomunicaciones, centros comerciales y universidades. Una lista que forman más de dos centenares de compañías que dan empleo a 700.000 trabajadores en todo el mundo y a decenas de miles más de forma indirecta.

Forbes estima que su fortuna alcanza ya los 69.100 millones de euros, casi veinte mil millones más que hace tres años, cuando decidió invertir en el Oviedo.

Es en el mundo de las telecomunicaciones donde comenzó a amasar su gran fortuna gracias a América Móvil, un gigante que opera en 18 países, que tiene 269 milloners clientes y que gana anualmente unos 700 millones de euros. Aunque su marca más conocida es Telmex, empresa de telefonía que adquirió al Gobierno mexicano en 199, y que consiguió levantar cuando parecía que estaba desahuciada.

En varias ocasiones ya se ha barajado la posibilidad de que el mexicano entrara por esta vía, la de la telefonía, en España. Uno de los últimos rumores apunta a la posibilidad de que el millonario está estudiando hacerse con Yoigo, de la que FCC tiene un 3%.

Pero no todo le ha ido bien en el mundo de los negocios, Slim también suma algún fracaso. El último también en el mercado de las telecomunicaciones. El mexicano está preparando su salida de la holandesa Koninklijke (KPN), de la que es accionista principal América Móvil con el 21% de los títulos. Desde hace unos meses, Slim está vendiendo acciones y reduciendo su participación en la compañía después de que en 2013 se rechazara su opa para hacerse con el control total de la teleco. Había ofrecido 7.200 millones por hacerse con la empresa.

También en España tuvo algún que otro resbalón. En 2005 trató de participar en la licitación de la banda ancha para telefonía móvil. No tuvo éxito y solo dos meses después perdió frente a Telefónica la batalla para hacerse con Telecom Italia. Esos traspiés no han frenado su apetito empresarial.

A través de su web, el propio Slim resume en muy pocos puntos su filosofía empresarial. Le gustan las empresas con una estructura simple, austeras, modernas, con equipos que trabajen unidos y que los beneficios reinviertan en cosas útiles. Para él, los negocios comenzaron casi como un juego de Bolsa. La primera piedra de su impero empresarial era una compañía cuyo nombre no daba pie a muchas especulaciones sobre su actividad: "Inversiones Bursátiles". Con lo que tenía ahorrado y gracias a sus rendimientos en el mercado, Slim hizo su primera gran compra. Adquirió la embotelladora y fabricante de zumos Jarritos del Sur, también casi en la ruina. Esa misma fórmula, la de levantar compañías en crisis para reflotarlas y exprimirles todo el jugo en forma de beneficios, es la que ha venido repitiendo en multitud de ocasiones durante su carrera, la mayoría de las veces con éxito.

En una de sus escasas apariciones públicas, durante un reciente discurso en Paraguay, hizo una de las declaraciones que saltaron a las primeras planas de los periódicos de medio mundo. Propuso rebajar las jornadas semanales de trabajo a tres días, y once horas por cada una. Lo que no aclaró el magnate norteamericano es sí esta reducción también conllevaría un recorte de las nóminas.

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