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Con mucho que pulir

El Madrid vuelve a mostrarse desordenado en el periodo de transición al sistema que pretende Benítez y resuelve en dos chispazos

Cristiano Ronaldo chuta ante la oposición de Günter. PACO CAMPOS / EFE

A cinco días del comienzo de Liga el Madrid se mostró como un equipo al que le queda mucho por pulir. Los blancos se mostraron tan deseosos de agradar como desordenados. El gol del Galatasaray convirtió al equipo de Benítez en un manojo de nervios en el que pesaba sobre todo el juego individualista, ese precisamente que el entrenador quiere colocar en un segundo término, siempre por detrás del valor del conjunto. Por si fuese poco, la victoria llegó en dos chispazos, en dos acciones personales; en una, Nacho abrió el marcador en un remate de cabeza a la salida de un corner, y mucho después Marcelo aprovechó todas las facilidades que dió el rival para sentenciar.

Al Madrid se le nota que está en pleno periodo de transición hacia otro sistema, un sistema que no está de todo claro, debido al batiburrillo de acciones, pero que sí apunta a la pretensión de un mayor equilibrio y orden, sólo que de mano le falta aún mucho tiempo para que las piezas funcionen totalmente engrasadas, por no hablar de deficiencias estructurales, como la ausencia de un mediocentro.

El Madrid está tan acostumbrado a resolver de forma individual que cuando hace la presión el rival encuentra fácilmente la salida porque presión no es efecto sólo cuestión de que un jugador se vaya a por el contrario como un poseso, sino que tiene que ir acompañado por el resto del equipo. Conseguir esos automatismos va a llevarle tiempo a Benítez por lo visto ayer, ya que un rival que no puso ni mucho menos toda la carne en el asador hizo suficiente juego, aun siendo muy inferior en calidad individual, como para colocar caras de preocupación entre los seguidores madridistas.

El problema no es solo de conjunto, que se manifiesta a veces en un constante baile de posiciones en el que parece que los jugadores no saben ni donde están -sin duda con la pretensión de dotar a su fútbol de una gran polivalencia y que por tanto sea más difícil de contrarrestar por parte del rival- sino de ciertos nombres en concreto. Bale es el caso más evidente. No es ni siquiera que lo haga mal, es que ni interviene. El galés es el jugador más perdido que se puede ver en un campo de fútbol. Benítez lo sigue colocando como mediapunta y sin duda cosechando partido tras partido un motivo de preocupación. Cuando a Bale le da por otro puesto, en la banda, aunque sea muy aisladamente, tampoco mejora las prestaciones. Y Cristiano Ronaldo, la sempiterna gran esperanza goleadora blanca, tiene todavía el punto de mira de lo más desviado, además de que le cuesta irse del contrario.

Sergio Ramos fue bien recibido después de su renovación, pero si tuviese que ganarse el contrato por partidos como el de ayer iba listo. Da la impresión de que el sevillano todavía acusa las consecuencias del descentre provocado por el culebrón del verano y ya no es casualidad que lo habitual es que cada vez que el contrario crea peligro o marca aparece en situación desairada.

El Madrid encara pues el inicio de Liga con muchas dudas sobre su aspecto aunque es verdad que con el potencial de su plantilla tendrá ocasiones de sobra para resolver a su favor, pero otra cosa es que acabe convertido en ese equipo que quiere Benítez, que ataque como siempre y defienda mejor.

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