Rogelio Rodríguez Milo, conocido futbolísticamente como "Madriles", falleció ayer en Gijón a los 80 años. Madriles jugó como guardameta en varios clubes, entre ellos el Sporting y el Oviedo, en la década de los 50 y los 60 del siglo pasado. Tanto en Gijón como en Oviedo dejó muchos amigos, que ayer expresaron su pesar a su viuda, Marisa Guitián, y otros familiares en el Tanatorio de Cabueñes, donde hoy serán incinerados sus restos mortales. El funeral se oficiará mañana, miércoles, a las 6 de la tarde en la iglesia de La Asunción.

Madriles nació en Monforte de Lemos (Lugo) el 22 de noviembre de 1934. Empezó a jugar al fútbol en el equipo del colegio de Huérfanos Ferroviarios de Madrid y en la Orensana. Debutó en Primera División con el Deportivo, en la temproada 1956-57, mientras realizaba el servicio militar. Tras una campaña en el Jaén fichó por el Sporting, donde jugó hasta 1962. Uno de sus compañeros en el equipo gijonés, Miguel Montes, destacó ayer que Madriles era una persona muy querida, con el que mantuvo el contacto pese a que "no era muy amigo de las tertulias".

Como portero, Montes destaca de Madriles "unos reflejos extraordinarios", de los que dejó constancia en sus cuatro temporadas con el Sporting. El guardameta gallego fue uno de los protagonistas de la promoción de la temporada 1960-61, disputada en Palma de Mallorca, en la que el equipo gijonés evitó el descenso a Tercera División gracias a las tres cruces de Pepe Ortiz, en referencia a la elección del capitán rojiblanco tras el empate frente al Castellón.

Un año después, en el verano de 1962, Madriles emprendió un camino habitual en aquella época, al pasar del Sporting al Oviedo. De esta forma, el guardameta gallego fue partícipe de una de las mejores temporadas del equipo azul en Primera División, la 1962-63, que finalizó en el tercer puesto. "Fue un baluarte muy importante en ese logro", destaca Juan Mesa, que también como guardameta le disputó el puesto a Madriles en sus dos últimas campañas en el Oviedo, de 1964 a 1966.

"Era pequeño de estatura, pero con con una gran potencia de piernas que le permitía llegar a balones que parecían imposibles", destaca Mesa, que mantuvo el contacto con Madriles a través de la asociación de veteranos del Oviedo. Su último encuentro coincidió con la concesión de la insignia de los veteranos a los asociados de mayor edad. Rogelio Rodríguez entabló una gran amistad con algunos compañeros de ambos equipos, como el sportinguista Rafael Biempica o el oviedista Julio Marigil, ya fallecido.

El guardameta gallego completó su carrera futbolística jugando una temporada con el Racing de Ferrol, en Segunda División, y la 1967-68 con el Avilés, con el que jugó la fase de ascenso a Segunda. Tras retirarse del fútbol, Rogelio Rodríguez se estableció en Gijón, donde abrió una tienda de deportes con otro exfutbolista del Sporting, Pedro Meliá. También fue profesor de Educación Física en el instituto de La Calzada, en el instituto número 2 de Roces y en el instituto Jovellanos.

Aunque se había alejado del fútbol en los últimos años, la popularidad de Madriles quedó en evidencia por la gran cantidad de excompañeros y de personalidades relacionadas con los tres equipos asturianos en los que militó que pasaron durante todo el día de ayer por el tanatorio de Cabueñes para dar el pésame a su familia. "Madriles era muy querido y una bellísima persona", resumió Miguel Montes.