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Fondo Norte

Los confusos tiempos del postureo

Los partidos de ida de la Liga de Campeones no enseñan a ningún favorito para el título

La inédita situación política de España ha puesto de moda la palabra postureo, que usan analistas, críticos, tertulianos y protagonistas. Todo es postureo; cuando se reúnen partidos y cuando no, cuando los representantes de los partidos componen en grupo la figura por un pasillo del Congreso donde lleva la voz cantante el socialista Hernando, asiduo viajero a Almería, único en la composición del paso torero.

En el fútbol europeo, en los cuartos de final de la Liga de Campeones, el postureo lo ha invadido todo. El imparable Bayern de Pep Chanel Guardiola no ha pasado de la victoria mínima ante una de las "marías" del bombo, el Benfica de Lisboa, que no ha sido capaz todavía de levantar la pesada losa de la maldición de Béla Guttman, aquel entrenador despedido tras ganar Copas de Europa, que pronosticó que los lisboetas no volverían a ganar el gran trofeo continental. Los dos millonarios, el PSG y el Manchester City del defenestrado Pellegrini, empataron en París y dejan abierta la eliminatoria.

Como abierta está la que protagonizan Barcelona y Atlético de Madrid, con una ida trufada de ayuda divina para un equipo que pudo haber entrado en crisis tras la anterior derrota ante el Real Madrid. El Atlético quiere crecer, pero se arruga. Lanza críticas a las decisiones arbitrales, pero se atemoriza a las pocas horas por temor a las represalias de la UEFA, cuya sede visitan más los policías suizos que el propio Infantino. Puro postureo, al fin y al cabo.

El único que no lo ha practicado en la ida en los cuartos finales de la Liga de Campeones ha sido el rival del Real Madrid. El octavo de la Bundesliga le dio un buen repaso al equipo de Zidane, que borró de un plumazo la buena impresión que había causado en la media hora final del partido de Barcelona. Los alemanes, fieles a la maldición blanca, mostraron los mil y un problemas que acucian a la mal plantificada plantilla de Florentino Pérez. Desde el lateral derecho por el que pagaron 30 millones de euros hasta el ataque de lujo, todos quedaron en evidencia, con mención especial a los dos mediapuntas reclamados desde tantas tribunas, Isco y James, que mostraron una vez más su irrelevancia. Al Madrid le ha entrado el virus de la vagancia, y así le va. El martes, remontada obligada, pero con síntomas de que los males son muy profundos. Claro que viendo al resto de rivales todo puede suceder. Donde no cabe un gramo de postureo es en la situación del Sporting, que se juega varias vidas en la matinal del domingo ante el Celta de Berizzo. Marcados los partidos de casa como victorias a alcanzar porque el sueño de victoria en Barcelona por no se sabe qué extrañas razones de amistad y vecindad no pasa de ser eso, un sueño, el de la matinal del domingo es la primera obligación de los que ganaron nada menos que al Atlético de Madrid. El Sporting está llamado a coger por la pechera la permanencia, que pasa por sumar puntos de tres en tres para dejar a tres rivales por debajo para llegar al final dependiendo de sí mismo. En casa no vale apenas el empate, que fuera puede ser el tesoro, sobre todo si va seguido de la victoria como local.

En tiempos tan confusos las buenas costumbres han de mantenerse; por eso si pregunto, ¿molesto?: ¿cómo ha sentado en el vestuario del gran timonel la destitución de Tomás Hervás como entrenador del filial?

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