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Al Palo

El tren de Glasgow

Si el Real Madrid sale despierto de la siesta del día seguramente no tendrá problema para pasar a semifinales de Liga de Campeones. Ahora bien, siempre hay una posibilidad de que el equipo vaya con esa "caraja" tan suya que deja atónito a todo el mundo; a unos de alegría, a otros de depresión "futbolera" aguda. El caso es que el martes jugó contra los de la Volkswagen y fue como si hubiera sufrido la intoxicación esa que escondía los gases de los coches y que le costó un disgusto al gigante alemán. Pero no parece que hayan anestesiado al Madrid. Más bien el Madrid salió (por libre) con un par de orfidales encima y, ante el sopor sobrevenido por el fármaco, le metieron un meneo que dejó helado a todo quisqui, incluidos jugadores, seguidores y técnicos alemanes.

Tienen un pelín de disculpa los del Madrid porque venían de apearse del tren de Glasgow, el tren que sufrió el atraco más célebre de la historia. Y eso, aunque sea fallido, deja aturdido a cualquiera. Pero no es suficiente: hay que saber sobreponerse al guante blanco y ponerse el mono de trabajo, que es expresión muy futbolística cuando se pierde un partido. Aunque cuando se gana con caraja, los teóricos, los cardenales, los purpurados, los que regalan al mundo su catálogo táctico, hablan de la gran obra de un proyecto bien diseñado y, si puede ser, obra con valores, dicen. Pues se ve que no hay proyecto que valga y que, en cualquier momento, todas esas tesis tan adornadas se les vayan por el desagüe.

Esto del fútbol es cosa de jugadores, que es también teoría muy futbolera. Y el Madrid es una fábrica de hacer internacionales. No hay jugador, sea un cedido del club, sea uno que se fue de mala manera, sea un jugador normal de un club normal de Europa? no hay jugador, decíamos, que no salga con la vitola de estrella absoluta tras un partido ante los blancos. Si es portero hace paradas imposibles; si se lanza una falta es la falta del año; si hay un árbitro (que siempre lo hay), anda ágil como un lince para enseñar tarjetas amarillas y rojas a los blancos.

En fin, ya contó aquí el guionista número dos de Al Palo (de colmillo retorcido) que es el tributo que tiene que pagar tal grandeza, inalcanzable para nadie. Amén.

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