Con los Juegos Olímpicos de Río a la vuelta de la esquina siguen conociéndose historias que muestran el contraste entre la calidad de los deportistas españoles y la inoperancia de dirigentes de todo tipo. Por ejemplo, la que afecta al piragüista asturiano Javier Hernanz, que forma parte de la primera K-4 española que se clasifica para unos Juegos después de veinte años. Pues en vez de tener una alfombra a sus pies para preparar el asalto al podio, Hernanz y sus compañeros (Óscar Carrera, Rodrigo Germade e Íñigo Peña) se juegan el pellejo casi cada día para ir a entrenar desde Madrid al embalse de Picadas, a 50 kilómetros. Los palistas han visto en los últimos años tal número de accidentes en la complicada carretera de acceso a Picadas que se han cansado de pedir permiso a la Federación para entrenar en el embalse de El Pardo, a diez minutos de la Residencia Blume. Así que el gran éxito de los palistas empezará por llegar enteros a Brasil.
Una Semana De Pasada