Este año he visto cómo jugadores, técnicos y gente que pensé que estarían siempre en el Sporting se marchaban y ahora soy yo al que le toca cerrar esta gran etapa. El encuentro contra el Villarreal no solo ha significado la salvación del Sporting, sino que también ha sido la última ocasión en la que me he vestido la camiseta. Al menos en esta etapa.

Llega el turno de los agradecimientos, y en primer lugar me quiero acordar de mis compañeros. Gracias por estos tres últimos años, por la convivencia, el trato y por todo lo que hemos vivido juntos. He compartido el vestuario no solo con compañeros, sino con amigos, con jugadores que han dado el 110% de sus fuerzas.

Gracias al cuerpo técnico cuya importancia ha sido fundamental en mi rendimiento y, sobre todo, porque me han dado la oportunidad de ser jugador profesional y de poder cumplir mi sueño y que me han ayudado a mejorar hasta convertirme en el jugador que ahora soy.

Y por último, aunque no menos importante, quería mostrarle mi eterno agradecimiento a la Mareona. No creo que ningún otro futbolista de cualquier otro equipo pueda entender lo que supone para nosotros su apoyo incondicional. Saltar a cualquier campo de España y sentir su presencia y su aliento ha sido la clave para que la fuerza de El Molinón nos empuje en todos los estadios. Os lo debemos todo como equipo y yo, personalmente, más que nadie porque me habéis hecho sentir como uno más de vosotros.

Dejo mi hogar futbolístico con la satisfacción del deber hecho, de saber que he ayudado a que esta institución y esta ciudad vuelvan a ser de primera. Mi futuro se aclarará en unos días pero, vaya donde vaya, defienda la camiseta que defienda, el Sporting estará en mi corazón.

¡Puxa Sporting hasta el final!