Galeses e ingleses se apuntaron al fuego cruzado de declaraciones en la previa olvidando que hace cuatro años jugadores de ambos bandos formaron parte de la selección de Gran Bretaña que compitió en los Juegos Olímpicos de Londres. Los actualmente seleccionados por Inglaterra Bertrand, Rose y Sturridge estaban en aquel combinado, al igual que los galeses Taylor, Joe Allen y Ramsey. Pero la ocasión de dirimir los asuntos futbolísticos con el vecino era demasiado golosa.
Bale encendió la mecha. "Jugamos con más orgullo y pasión de lo que lo hace Inglaterra", dijo el madridista. Con la corrección típica británica, le contestó Rooney: "Es un galés orgulloso. Y nosotros somos ingleses orgullosos". Los medios ingleses no fueron tan elegantes. En el turno de réplica, Bale dijo, sonrisa en el rostro, que ningún futbolista inglés sería titular en su selección.
Bale monopolizó el foco en la previa y las atenciones de los ingleses, conscientes de su importancia para Gales. El plan trazado por Hodgson resultó a medias. Gales empieza y acaba en el zurdo, así que la vigilancia fue constante. Pero hay un arte imposible de detener: el del balón parado. Más complicado aún si el portero no está por la labor. Bale chutó desde muy lejos y la parábola dobló las débiles palmas de Hart. Inglaterra y los porteros, eterna historia de desamor.
Inglaterra reaccionó con un poco de fútbol y mucho desorden. Al menos le puso constancia. Con Rooney como pivote y otros tres arietes en el césped como argumento más insistente. Desconectado Bale de la trama, las opciones de Gales desaparecen. Tanto, que un tabloide inglés rebautizó al conjunto del madridista: Gareth Wales.
Inglaterra y Gales encuentran en el rugby principalmente la ocasión de medir sus disputas vecinales. Con el balón ovalado, las cosas sí son más parejas. En fútbol, aunque Inglaterra lleve desde el 66 sin ganar un título, los pross tienen las de ganar. Aunque sea sufriendo. Suficiente para replicar a Gareth Bale.
