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Fútbol | Partidos con historia

Obra de arte en Glasgow

El Madrid aplasta al Eintracht Frankfurt en 1960 para conseguir su quinto título consecutivo de campeón de Europa

El guardameta alemán, Loy, tras recibir uno de los siete goles del Madrid. LNE

La quinta final de la Copa de Europa es uno de los más perfectos ejercicios de demolición que jamás se ha visto en un campo de fútbol. El que realizó el Madrid en las carnes del Eintracht Frankfurt. El alemán tampoco pudo ser el primer equipo que frenaba al Madrid en Europa. Los blancos seguían a tope de triunfos en la competición continental. Puskas y Di Stéfano plasmaron en el marcador con sus cuatro y tres goles respectivamente una nueva exhibición del equipo que presidía Santiago Bernabeu.

Y eso que se adelantó el Eintracht. Pero los blancos ya llegaron al descanso con una ventaja de dos goles y tras la pausa marcaron otros tres en un cuarto de hora prodigioso, los tres de Puskas, que es el único que ha logrado cuatro en una final europea; después, Di Stéfano hizo el "siete", entre medias de que los rivales maquillasen el resultado, hasta colocar en el marcador el resultado más amplio habido hasta ahora en el partido decisivo de la competición. Por marcar, Puskas, por ejemplo, marcó hasta de cabeza (el quinto gol del Madrid), lo que era muy raro en él, en aquel partido disputado en Hampden Park de Glasgow, que registró también lo que es un record en el número de espectadores en una final de la Copa de Europa: 127.621. Puskas fue ¡cómo no! el máximo goleador del torneo, con doce dianas, por delante de Di Stéfano con ocho y el barcelonista Kubala con siete.

La ciudad escocesa se quedó sin ver en el partido decisivo a uno de sus equipos, el Glasgow Rangers, destrozado en la semifinal por el Eintracht, con un resultado total de 12-4 (6-1 en Alemania y 3-6 en el partido de vuelta), pero no por ello dejó de vivir un espectáculo formidable, toda una obra de arte futbolística. Al Madrid no se le ponía nada por delante en Europa, ni el Barcelona, al que eliminó en la semifinal, ganándole las dos veces,primero en el Bernabeu, por el mismo resultado (3-1).

Y el Barcelona entonces tampoco era cualquier cosa; de hecho, ganó las Ligas de 1959 y en 1960. Si el Madrid tenía una delantera de lujo, el Barcelona no le iba a la zaga, con Eulogio Martínez, Kubala, Kocsis y Evaristo entre ellos, además de Luis Suárez, el único futbolista nacido en España que ha ganado el Balón de Oro. Que había problemas para compatibilizar el éxito total en las dos competiciones, la doméstica y la internacional, lo corrobora el hecho de que cuando el Madrid ganó por primera vez la Copa de Europa, en 1956, el campeón español fue el Athletic. Curiosamente, el Madrid dejó de ganar la Copa de Europa, entre 1961 y 1965, y en las cinco ocasiones quedó campeón de Liga.

Los blancos eran una máquina perfectamente engrasada en Europa. Después de ganar al francés Stade de Reims en la final de la primera edición, derrotaron sucesivamente en el partido por el título al Fiorentina y al Milán italianos, y de nuevo al Reims, antes de proceder con el Eintracht Frankfurt, un equipo apañado pero sin grandes figuras, muy trabajador, pero muy por debajo del Madrid en calidad.

Antes del Eintracht y el Barcelona el Madrid había eliminado al campeón luxemburgués, Jeunesse D´Esch, y al francés, Niza, que no eran gran cosa, sobre todo los primeros, pero siempre marcando unas diferencias más que notables en el tanteador, hasta el punto de que en los siete partidos disputados anotó la impresionante cifra de 31 goles (doce de ellos a los luxemburgueses y seis, como al Barcelona, a los franceses).

Este partido supuso también un hito para el técnico del equipo ganador. Miguel Muñoz se había convertido en el entrenador de los blancos sólo un mes antes y su estreno no pudo ser más espectacular, rematado además por el hecho de que era a su vez el primero que ganaba este título como jugador y como entrenador. No sería el único que lograría desde el banquillo, aunque para ello tuvo que esperar seis años.

Muñoz era el capitán del Madrid cuando se disputó la primera edición del torneo y por tanto también en el primer jugador en alzar la Copa de Europa. Después se convertiría en el técnico que más temporadas ha dirigido al equipo blanco, hasta mediados de enero de 1974, cuando fue destituido tras una derrota con el Castellón, y mientras el Barcelona iba directo hacia el título, el primero de los azulgrana desde que Muñoz era el entrenador del gran rival. En ese período el Madrid ganó nueve veces la Liga. Todavía añadiría una Copa de Europa más a su palmarés, la de 1966, con el denominado equipo de los ye-yés, sin ningún extranjero en la alineación, y sí aún con Gento como dueño y señor de la banda izquierda, como nexo de unión con la más gloriosa etapa del conjunto madridista.

Quienes ya no la ganaron más fueron Di Stéfano y Puskas, pese a que jugaron otras dos finales, pero igual que en su tiempo habían arrasado, esta vez los arrasaron a ellos, primero el Benfica del gran Eusebio, en 1962 (5-3), y después del Inter, del gran Mazzola, con Helenio Herrera de entrenador, en 1964 (3-1). Puskas todavía aguantó en el Madrid hasta justo 1966, cuando volvieron a ganar la Copa de Europa, aunque como se ha dicho sin él en el equipo, pero la derrota ante los portugueses supuso el final de la carrera de Di Stéfano en el club blanco, si bien como en el caso del húngaro no se retiró hasta 1966, pues todavía jugaría un par de años más, en el Espanyol. No era la única coincidencia que les ligaba en el final de su carrera. Ambos la terminaron con 39 años.

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