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Pesca | Balance de la temporada

"No hay salmones porque al río le falta vida"

Los agentes de Medio Natural lamentan que su gestión se haya intensificado de forma excesiva y sostienen que "hay que abrir a la luz los caudales asturianos"

David García precinta un salmón en el centro del río Narcea La Rodriga, en Cornellana (Salas), junto a Ángel Díaz Álvarez.

Si hay alguien que conoce bien los ríos asturianos y los problemas que están padeciendo y que propiciaron una de las peores temporadas de capturas de salmón son los guardas, ahora denominados agentes de Medio Natural. Una de sus múltiples ocupaciones es el control y precintaje de los salmones durante la temporada de pesca con muerte. En Asturias hay cinco centros de precintaje: el del Eo, en Xesteira (San Tirso de Abres); el del Esva, en Casielles (Valdés), el del Narcea y Nalón, en La Rodriga (Cornellana-Salas); el del Sella y Piloña, en El Portazgo (Arriondas) y el del Cares, en El Tilo (Panes-Peñamellera Baja).

De los 254 agentes de los que dispone el Principado, 142 están dedicados, entre otras gestiones, a los ríos. Ellos lamentan que su situación no mejoró nada en los últimos años, que tienen un territorio muy extenso para controlar y que, en realidad "los ríos casi los vemos de pasada; tenemos que estar pendientes de los datos de los lobos, de las encinas, de las avispas asiáticas..." Uno de los agentes del Eo comentaba que el último día "tuve que abandonar el centro de precintaja para ir a recoger una gaviota a la playa". Y para ello carecen de vehículos, a pesar de que desde la Consejería se asegura que se renovó la mitad de la flota en los últimos cinco años. "No nos renovaron nada. Ni siquiera nos terminaron de entregar los uniformes. Hay una plantilla escasa y la situación está fatal. Se intensificó mucho nuestra gestión y es muy difícil que podamos abarcarlo todo".

Todos los portavoces de los centro coinciden en calificar la pasada temporada de pesca del salmón en los ríos asturianos de "nefasta". "En los 30 años que llevo en esta labor no recuerdo una temporada peor", comenta Vicente González, desde el precinto del Cares. Un río que fue víctima del accidente de un camión-cisterna en las proximidades del coto Niserias (Peñamellera Alta) y que volcó al río 18.000 litros de gasóleo. "Pasamos mucho miedo e incluso les insinuamos a los responsables que se cerrase a la pesca. Consideraron que no era necesario y seguimos", afirmó.

Los portavoces de todas las zonas coinciden en que la sequía fue uno de los factores que propició el descenso de capturas este año. Sin embargo, desde el Eo, Carlos González Carbajal, un enamorado de su labor, lo tiene más claro: "No hay que darle muchas vueltas. Se está abandonado todo. Los ríos han cambiado radicalmente. Ahora están inmersos en un ecosistema forestal. Todo es monte a su alrededor. No hay actividad en las riberas. Antes había numerosos molinos a lo largo de sus caudales, lavaderos, caseríos con ganado que iba a beber... Ahora no hay nada. Hasta desaparecieron con la maleza los pequeños arroyos a los que antes subían las trochas y en sus cabeceras se encontraban las mayores". Carlos González sentencia que "no hay salmones porque al río le falta vida. Hay que abrirlo a la luz, limpiarlo, mimarlo, recuperar los arroyos ...".

La tarea de protección de la naturaleza, como dice la asociación de agentes, está en buenas manos. Lo que necesitan son medios para desarrolarla con eficacia.

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