Julian Alaphilippe (Quick Step) mostró su condición de máxima esperanza del ciclismo francés imponiéndose con grandeza en la octava etapa de la Vuelta disputada entre Hellín y Xorret de Catí, con un recorrido de 199,5 kilómetros, en la que el británico Chris Froome (Sky) mantuvo el jersey rojo de líder después de un intenso duelo con Contador (Trek), que sigue al alza.

Enorme el espectáculo que protagonizaron Froome y Alberto Contador en el puerto final. El madrileño, empeñado en ilusionar a la afición, atacó en las rampas de Xorret y encendió los ánimos del líder, quien respondió con repetidos latigazos, contestados por el de Pinto, a la antigua usanza. Froome y Contador, el único que ha tuteado al ganador del Tour desde la etapa de Andorra, llegaron a meta juntos, con 17 segundos de ventaja sobre el resto de favoritos, entre ellos Chaves, Nibali, Aru y Zakarin. Un aviso doble, por la superioridad del británico y por la ambición del español.

Más diferencias en la general, ahora con el bastón de mando de Froome reforzado, con el colombiano Esteban Chaves a 28 segundos, el irlandés Nicolas Roche a 41 y Vincenzo Nibali a 53. El primer español es David de la Cruz (Quick Step) a 1.08 minutos y Contador pasó al puesto 17 a 3.10. No tomó la salida el francés Warren Barguil, rey de la montaña del Tour y que consiguió en la ronda francesa de dos triunfos de etapa. Su equipo, el Sunweb, le mandó a casa por desobediente. No ayudó a su jefe de filas, el holandés Wilco Kilderman, en la etapa de Cuenca.

Alaphilippe, por su parte, demostró en la meta ser un enorme corredor. Con 22 años ya fue séptimo en la Amstel y segundo en Flecha Valona y Lieja, repitió puesto en el Muro de Huy un año después y ganó el Tour de California. Ayer confirmó su gran estado de forma. Hoy se disputa la novena etapa entre Orihuela y el Alto de Puig Llorença, con un recorrido de 174 kilómetros con la meta al final de un ascenso de 4 kilómetros al 9.1 por ciento de pendiente media.