El descanso navideño está sentando bien a los jugadores blanquiazules que llevan meses sufriendo los sinsabores de la complicada situación del Real Avilés. La plantilla ya era corta y con los impagos de los sueldos, han sido varios los jugadores que han abandonado las filas del equipo. Los que aún están, han trabajado para tratar de sacar al Avilés de la zona baja de la tabla y ahora están en un descanso que necesitaban como el agua.

Especialmente difícil es la situación de los jugadores de fuera de Asturias, Anselm y Domínguez, que afrontan su vida lejos casa sin cobrar sus sueldos. Estos días están en sus casas, con los suyos. "Lo necesitábamos. Necesitaba cargar las pilas con mi familia, con mis amigos, con mi pareja... Quiero aprovechar el tiempo perdido y estoy supercontento", sentenció ayer Anselm desde Barcelona. "Tenemos que volver con fuerza para sacar esto adelante, el equipo es una piña y queremos trabajar", añadió el delantero.

Domínguez está en Huelva "disfrutando de la familia", que le tuvo todo el día de ayer ocupado, porque, como Anselm, quiere aprovechar el tiempo al máximo para que la vuelta a Avilés no se le haga tan dura. Los dos tienen la esperanza de que a su regreso, la situación en el club sea bien diferente a la que dejaron hace ya unos días.

Lucas Anacker también es de fuera de Asturias, pero tiene un poco más complicado irse a su tierra. El portero brasileño no pudo viajar a su país para poco más de una semana de descanso, pero este año, sus padres se han venido a Madrid para pasar con él la Nochebuena. "Hacía mucho que nos los veía y estoy encantado, por lo menos puedo pasar estas fechas con ellos", comentaba ayer desde la capital española. El jugador lleva más de dos años en España y apenas los ha podido ver alguna vez en este tiempo. La Navidad es para los reencuentros y seguro que el brasileño vuelve al trabajo con otra cara.

Los jugadores ya apuran sus últimos días de vacaciones. El martes están convocados para volver al trabajo y se espera que todos los que quedan, regresen. Hace una semana, los jugadores habían puesto un ultimatum al club, o se les pagaba o se iban, que se quedó en una nueva espera tras hablar con los directivos.