Ricardo Hevia estaba en la brecha cuando todo empezó, cuando el baloncesto en Asturias era cosa de unos pocos que no comulgaban con la religión oficial: el fútbol. Nacido en Mieres en 1940, Hevia recibió ayer un homenaje de esos que calan hondo. La Asociación de Entrenadores Españoles le entregó ayer el premio "Raimundo Saporta" en Oviedo, en el polideportivo de Pumarín, por una trayectoria singular y muy apreciada en equipos como el Breogán, el Salamanca, el Ferrol o el Orense. A Hevia, afincado desde hace años en Galicia, que un premio así le fuera entregado en Asturias, su tierra, delante de su familia, le supuso una enorme satisfacción.

- ¿Qué supone para usted que le entreguen este premio?

-Fue una sorpresa muy grande. Mis predecesores son gente como Pedro Ferrándiz o Aito García Reneses, gente de un perfil muy superior al mío. Fue una sorpresa y una alegría, y que encima me lo den en mi tierra, y que lo pueda ver mi familia, mis nietos, mis hijos, pues más todavía.

- Le reconocen haber estado toda una vida pegado a la canasta, ¿no?

-Desde que empecé hace 60 años jugando junto al cuartel de Santa Clara no me he saltado ninguna estación ni he tomado ningún atajo. Soy un profesional artesanal, que me he hecho teniendo el culo pegado al banquillo, dirigiendo equipos hasta llegar a la ACB. Como más se aprende es compitiendo con otros entrenadores de nivel alto, y yo tuve la suerte de enfrentarme a entrenadores grandísimos y no tuve más remedio que aprender. Creo que este premio me lo dan por mi trayectoria, por estar toda una vida, más que por ganar títulos.

- Si tuviera que destacar a algún entrenador de los que se ha cruzado, ¿a cuál elegiría?

-Al que más conocí fue a Lolo Sainz. Cuando entrenaba al Oviedo en Primera B, lo que es ahora la LEB Oro, siempre nos ayudaba cediéndonos a jugadores del Madrid. Hice con él una amistad inquebrantable.

- ¿Qué le parece cómo está el baloncesto en Asturias?

-Estoy bastante desvinculado del baloncesto asturiano. Estaba al margen de todo hasta que llegó Juan José Cachero a la presidencia de la Federación. El otro día (la noche del jueves) me llevé una doble sorpresa en la gala del baloncesto asturiano: por un lado, la cantidad de gente que había y, por otro, la incorporación tan grande de las mujeres. Es para celebrar. Es muy grande también lo que están haciendo en Navia. Antes en Asturias el baloncesto sólo era Oviedo, Gijón, Mieres y Avilés, y ahora está en muchos sitios. Tienen a un máximo representante, que es el Oviedo Baloncesto, que es un modelo de trabajo y de cómo superar las limitaciones presupuestarias. Todo el mundo habla bien de ellos, lo están haciendo fantásticamente bien. Lo digo sin tener ninguna relación con ellos. Lo de Navia también es muy llamativo. Son capital del baloncesto asturiano, están haciendo un trabajo maravilloso. Ahora hay baloncesto en Asturias donde antes no había.

- ¿Qué más se dice por ahí del equipo de Pumarín?

-Donde preguntes te hablan bien de ellos. Gente joven, como el entrenador del Burgos (Diego Epifanio) o Diego Ocampo (entrenador del Joventut), todo el mundo me habla bien del Oviedo Baloncesto. Les respetan por lo bien que hacen las cosas. Yo les diría que tienen que aguantar. Siempre se quedan en semifinales por el ascenso a la ACB. Les hace falta un espónsor, aunque ahora se necesita más que eso; pero no deberían perder el sitio que se han ganado y terminarán subiendo el escalón que les falta.

- ¿Cómo fueron sus inicios?

-Con 14 años jugaba con gente de 30 en Mieres. Siempre me fastidió que en Mieres estuviéramos por detrás de Oviedo y Gijón en baloncesto. Jamás pensé en ser profesional. Pero poco a poco me fui metiendo, hice amistad con Díaz-Miguel (el que fuera seleccionador nacional, ya fallecido), estuve en entrenamientos de la selección, conocía a Lolo Sainz, hice viajes a Yugoslavia. Con el Mieres jugué una fase de ascenso a lo que hoy sería la LEB Oro. Lugo me pasé al CAU en Oviedo, luego vino Gijón. Estuve haciendo el camino Oviedo-Gijón muchos años.

- ¿Y el salto a la ACB?

-En la temporada 1988-89, con 49 años, en el Breogán. Alguien me había visto entrenar y me llamaron por Navidad.

- ¿Qué jugador ha sido el que más le ha marcado de los que ha entrenado?

-Tuve a fantásticos jugadores, pero siempre que me preguntan respondo lo mismo: Velimir Perasovic. Aparte de ser un jugador extraordinario, jamás conocí a nadie que tuviera esa pasión. Me acuerdo los abrazos que nos dio por ganar un partido cuando acababa de jugar una final olímpica contra Estados Unidos en los Juegos de Barcelona y habiendo sido tres veces campeón de Liga con la Jugoplastika. Tiene un amor por el baloncesto excepcional.