A fuerza de buscar algo que la diferenciara de las otras dos grandes, la Vuelta Ciclista a España ha conseguido un formato de lo más atractivo, que obliga a los aficionados a prestar atención a la carrera desde el primer día hasta el último. El mejor ejemplo, el itinerario de la próxima edición, que fue presentado oficialmente el sábado en Estepona. Asturias es una de las grandes favorecidas por este modelo, ya que en 2018 volverá a disfrutar de tres etapas espectaculares. Las llegadas en la vecina Camperona, Les Praeres de Nava y los Lagos tendrán que estar marcadas en rojo necesariamente por los aspirantes al triunfo en el paseo de la Castellana. Detrás de este éxito está, sin duda alguna, el director general de la prueba, Javier Guillén, un abogado con instinto deportivo y aptitud empresarial. Guillén ha sido el principal artífice de que la Vuelta haya pasado de ser una simple telonera del Tour y del Giro a una carrera con personalidad propia, que hasta los más grandes quieren incluir en su palmarés. Y lo ha hecho navegando contracorriente del ciclismo más tradicional. "Nos atrevimos a meter finales en alto desde el segundo día", presume Guillén, tan cansado como cualquiera de esas primeras semanas en las que no pasa nada. El próximo reto para Guillén y su equipo de trabajo es dar visibilidad al ciclismo femenino. De momento ha incluido una etapa en la jornada final de Madrid y se plantea ampliarlo a dos este mismo año. Quizá sea demasiado llegar a una Vuelta femenina de tres semanas, pero una mayor atención a las mujeres, ahora que el Movistar también ha apostado por ellas, sería el colofón para Unipublic y para Guillén.
