Todo estaba preparado, hasta él mismo lo había reconocido en la previa, para que el Madrid-Juventus se convirtiera en un homenaje-despedida de Europa a Gianluigi Buffon. Pero el fútbol, ese deporte tan imprevisible, se empeñó en ofrecerle un resquicio para seguir aspirando al único gran título que le falta. Hasta que, al borde de ese minuto 93 que tanto gusta al madridismo, llegó la jugada que lo cambió todo. Un penalti, algo tan habitual en el fútbol, desató a la fiera que -escondida tras su porte de caballero- habitaba en Buffon. No pareció algo premeditado, pero una vez señalado el penalti al portero le daban igual las consecuencias de su reacción. Su carrera en la Copa de Europa se acababa allí, al borde de una de las mayores gestas de la competición. Por eso se puede entender su reacción en caliente, como la de Zidane en la final del Mundial de 2006 con Materazzi. Lo que cuesta más admitir son sus declaraciones tras pasar por la ducha, con tiempo suficiente para que una persona de 40 años hiciera una valoración más ponderada de lo ocurrido. Lo de menos es si fue o no penalti. Lo importante es que la última imagen de "Gigi" Buffon en el Bernabéu no estuvo a la altura de su leyenda.