La decimotercera del fútbol no tuvo nada que ver con la décima del baloncesto madridista en lo que se refiere a la actitud de sus estrellas. Porque el lunes Luca Doncic, al que la NBA espera con los brazos abiertos, quiso ser uno más en las celebraciones por el prestigioso título logrado en Belgrado, tras derrotar con todas las de la ley a los dos últimos campeones de la Euroliga. Ni los halagos que le llegan por tierra mar y aire, ni el MVP de la fase regular y de la Final Four, ni su alta cotización para el próximo "draft" de la mejor liga del mundo han llevado a despegar los pies del suelo a este niño prodigio. Pese a sus 19 años, ni un rastro de endiosamiento en sus actos ni en sus declaraciones, poniendo siempre por delante al equipo que le acabó de formar y le sirvió de trampolín hacia lo más alto. Gracias a ese comportamiento ejemplar, y a su aportación a esta brillante etapa de la "era Laso", todos entenderán que el fenómeno esloveno busque nuevos horizontes.
