Oviedo, José Luis SALINAS

Daniel Ramón, natural de Valencia, es el director científico de la compañía Biópolis, participada por la asturiana Central Lechera Asturiana (Clas). El valenciano, que recientemente visitó Oviedo para participar en una charla en el Club Asturiano de Calidad, a la que asistieron más de doscientas personas, fue premio nacional de transferencia tecnológica «Juan de la Cierva» en 2007. Ramón trabajó en la Universidad de Valencia y en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). La empresa ubicada en el campus de Paterna, dentro de la Universidad de Valencia, se centra en los avances en agroalimentación y farmacéutica.

-¿Cómo nace Biópolis?

-Comenzó con un proyecto «Feder», de la Unión Europea, gracias al cual se creó una planta piloto de fermentación. Agotado el plan, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) quiso crear un ente empresarial. Encontramos muy buenos socios, como son Central Lechera Asturiana (Clas) o Nataurética, y así nació hace ya cinco años Biópolis como sociedad limitada. Fue una experiencia pionera ya que, de hecho, es la primera sociedad limitada en la que participa un organismo de investigación. No fue fácil, ya que hubo que pedir permisos al Congreso de Ministros. En dos años conseguimos entrar en beneficios, y de tres personas que éramos al principio, ahora somos 26, y estamos en condiciones de conseguir establecernos.

-¿A qué nivel están la investigación y el desarrollo en España?

-En los últimos veinticinco años hemos generado un importante tejido científico, bien dotado de medios e instalaciones, y con gente joven muy bien preparada, que es muy importante. Por otro lado, durante los últimos años se ha generado un tejido empresarial que ya es muy consciente de que es necesario innovar. No estoy hablando de empresas del ladrillo, evidentemente, sino de otros empresarios con unas visiones más a largo plazo. Lo único que debemos hacer ahora es buscar escenarios donde nos encontremos los científicos y esos empresarios que verdaderamente están interesados en la innovación. Mi experiencia personal es que cuando se encuentra el escenario y te sientas a hablar, con una probabilidad alta surgen interacciones. Y una vez que salen, cada uno tiene que estar en su sitio. Uno de los grandes logros de nuestra empresa es tener un reparto muy claro de funciones. Los científicos hacemos lo que sabemos hacer, que es investigación y desarrollo, y los gestores de la compañía son los encargados de vender. Cada uno debe hacer lo que sabe hacer.

-¿Es difícil traspasar ese conocimiento a la empresa?

-Lo más importante es que por el lado del empresario haya una capacidad para contarte los problemas porque hay cuestiones de confidencialidad de por medio. Y la capacidad del investigador de decir: tengo que solventar un problema que a lo mejor al final no va a dar ni para una publicación científica. Pero también hay que estar ahí. Esto es difícil de hacer en el actual sistema de I+D. Por un lado, los criterios de confidencialidad son difíciles de mantener, y por otro, a los investigadores les dan un plus de productividad en función de lo que publiquen, y no está suficientemente valorada la colaboración empresarial.

-Lo principal es solucionar problemas de la vida diaria?

-Hay que tener una cosa muy clara. En mi caso, pese a que siempre he trabajado transfiriendo, soy un absoluto defensor de la ciencia básica. Esto es como una maquinaria que hay que alimentar, y siempre debe haber dinero desde los entes públicos para la buena ciencia básica, y siempre que hagas buena ciencia básica lo seguro es que al final acabarán saliendo las aplicaciones. Pero tiene que haber para todo, si no fuera así, en poco tiempo vas a exprimir el conocimiento que existe.

-¿Cuáles deben de ser los retos del I+D en España?

-El reto es que logremos, entre sectores industriales y potencial científico, poner a España a la cabeza de la investigación y el desarrollo, pero no en todos los sectores, ya eso resultaría inviable. Sólo en aquellos que consideremos estratégicos para el país.

-¿Cómo qué sectores?

-Hay dos básicos y vitales; el agroalimentario y el de energías alternativas. Pensar que España puede ser líder en sector farmacéutico es complicado porque hay grandes multinacionales. Que debemos tener una buena I+D en eso y que hay empresas españolas que debemos apoyar está claro, pero no podremos tirar del timón.

-¿Los alimentos transgénicos son una solución?

-Esto es una cuestión de debate exclusivamente en la Unión Europea. Y ya no es un debate técnico, sino político y de modelo económico, porque Europa no es productor sino importador. Pero es un debate con fecha de caducidad, ya que las cifras son muy tozudas, porque cuando ya tenemos más de 120.000 millones de hectáreas de transgénicos cultivadas en el mundo, darle la espalda a esto es muy romántico pero poco efectivo.

-¿Ha variado el hábito de consumo?

-Absolutamente. Tras la crisis de las vacas locas el consumidor ha tenido un cambio radical en su forma de consumo, y ha llegado al error de pensar que comía alimentos malos, y esto no es así. Los alimentos no son malos o buenos, lo que hay es buenas dietas o malas dietas. Esto te lleva a la triste realidad de la alimentación en la Unión Europea, que es que los europeos han cambiado sus dietas y no para mejor. Todos tenemos mala conciencia de estar comiendo mal, y en ese escenario pedimos a los alimentos que solventen los déficits sanitarios que podamos tener. La alimentación funcional nos pone a los científicos de alimentos a preguntamos ahora por esa frontera entre la alimentación y la salud.

-¿De qué forma influyen en el día a día de la investigación las políticas de innovación?

-De forma muy clara. Que haya un marco legislativo adecuado es esencial para que los investigadores podamos interactuar con empresas. También que haya incentivos fiscales a la investigación en el mundo empresarial es fundamental. Pero no puedes aplicar todo a investigación básica ni a la aplicada. Hay países de nuestro entorno que lo han hecho y la experiencia ha acabado de forma penosa.

-Muchos investigadores deciden hacerse emprendedores?

-Claro, y se llegan a situaciones de locura en que no sabes si lo que haces en tu laboratorio es para ti o para tu empresa. A mí no me ha ocurrido, ya que yo me he metido al cien por cien en Biópolis.