Oviedo, José Luis SALINAS

La dirección de Arcelor-Mittal en Asturias y los sindicatos iniciarán hoy unas negociaciones claves para el futuro de la siderurgia regional. Sobre la mesa de la reunión, que arrancará a primera hora de la mañana en la sede de la compañía en Asturias en La Granda, la multinacional pondrá la necesidad urgente de hacer más eficientes sus instalaciones de Veriña (Gijón). Para conseguirlo se plantea eliminar unos 200 puestos de trabajo y aplicar una batería de medidas de «flexibilidad interna» (cambios en horarios, régimen de vacaciones, movilidad de puestos...). El encuentro estará sobrevolado por la amenaza de cierres en instalaciones de Gijón (la acería y las plantas de carril y alambrón) y el riesgo de que se clausure también uno de los dos hornos altos si la división de Largos no da beneficios antes de junio. Está en juego, en suma, han alertado expertos y sindicatos, la continuidad del acero asturianos.

Los sindicatos están dispuestos a negociar nuevos ajustes. «Llevamos 20 años discutiendo recortes», aseguraba ayer un sindicalista. Quieren que se respete el convenio de la empresa, pero se prestan a ir una mayor flexibilidad laboral siempre y cuando se salve la división de Largos. La empresa puede actuar amparada legalmente además por la capacidad de maniobra que le da la nueva reforma laboral.

El acuerdo entre los sindicatos y la multinacional deberá de ser rápido, ya que antes de quince días la dirección en Asturias de la siderúrgica tiene que enviar un informe con los acuerdos alcanzados a la sede de la empresa en Luxemburgo. A finales de este mes la reorganización debería de estar ya finalizada.

Las centrales sindicales reclamarán que la reducción de plantilla se realice sin «medidas traumáticas». En un principio, de los 200 empleos que se pretenden reducir, 120 se eliminarían mediante prejubilaciones (contratos relevo). Otros 80 trabajadores serán trasladados a factorías de Avilés. La dirección de la multinacional ha anticipado que no habrá despidos.

Para acometer esta reestructuración, la compañía pedirá a los representantes de las centrales sindicales una mayor flexibilidad, con medidas entre las que podría estar la obligación de dividir el mes de vacaciones en dos periodos de quince días. Esta decisión tendría un efecto colateral en el empleo: se dejaría de contratar a unos 500 trabajadores eventuales durante el verano.

Los sindicatos aseguran que es difícil seguir recortando en una plantilla que, aseguran, «ya está muy ajustada». «No veo por dónde se puede seguir eliminando puestos de trabajo», señalaba ayer uno de los sindicalistas. También reclaman que se invierta más en las instalaciones asturianas.

Pese al riesgo cierto de cierres, la compañía «ha dado un voto de confianza» a Asturias, según algunas interpretaciones, abordando la negociación de un ajuste y enviando a un nuevo ejecutivo, José Alberto Gutiérrez Marcos, como máximo responsable de Largos y con plenos poderes para negociar y tomar decisiones. «Si hubiera querido, habría cerrado sin más», apuntó.

Mañana arrancará, además, en Luxemburgo una reunión del comité restringido en la que los sindicatos temen que el gigante siderúrgico anuncie nuevos recortes, incluso la parada de alguna planta europea. Fuentes sindicales aseguraron que es que la dirección continúe concentrando la producción en sus plantas costeras y castigando la actividad de las instalaciones de interior.